Nora se despertó en su cama a la mañana siguiente. Empezó a palpar su cuerpo. Conservaba el pijama. Perfecto, luego lo de la noche anterior había sido un sueño. Mejor, porque no era buena idea tener un idilio con el jefe.
Entró de cabeza en el baño en busca de una ducha caliente para despejar su mente y buscó un atuendo adecuado para empezar la jornada. Tenía que hacerse respetar por los chiquillos, conseguir que la aceptaran. Porque si no lo conseguía difícilmente iba a poder cumplir con alguno de los requisitos de la lista.
Miró hacia el espejo que continuaba cubierto con la sábana y sintió un estremecimiento. Le preguntaría a la señora Campbell si sabía de alguna leyenda relacionada con él. La intriga pesaba más que el miedo de lo que pudiera revelarle. Por otra parte, las visiones también podían ser consecuencia de algo que le había sentado mal.
"Puede que demasiados sándwiches de jamón", pensó llevándose las manos al estómago.
Aquella mañana amaneció despejada y fría.
El aire húmedo de la primavera le trajo el perfume de las flores silvestres, de los árboles y del salitre. Nora se puso un gordo jersey de lana, un plumífero rojo y una bufanda; también se calzó unas cómodas botas para salir a pasear. Le gustaba caminar por las mañanas y encontraba fascinante el paisaje que rodeaba el castillo.
El enorme coche de lujo que Mc Dermott solía conducir estaba aparcado delante del patio. Nora dio la vuelta sobre sus pasos y miró hacia una de las ventanas creyendo distinguir una silueta. Alguien la estaba observando...
El instinto le dijo que debía mantener la calma.
Sonrió confiada, levantó la mano a modo de saludo y luego la sombra se desvaneció.
"No, no puede estar pasándome de nuevo..." pensó con aprensión.
Después trató de pensar en otra cosa. Estaba trabajando en un entorno privilegiado así que decidió explorar la zona. Era como estar en un sueño. El paraje era increíble, podía respirar el aire del mar y escuchar el lejano rumor de las olas al estrellarse contra los arrecifes de roca.
Era hermoso.
Detrás del castillo había un camino escarpado que conducía a una cala escondida. Nora estaba entusiasmada con la belleza de sus aguas verdeazuladas. La marea baja, había creado pequeñas charcas entre las rocas y sintió unas ganas inmensas de explorar los pequeños mundos acuáticos que éstas albergaban. Sonrió. Se sentía igual que una niña.
El sol de la mañana resultaba agradable y tibio. De pronto, un brillo metálico de algo medio enterrado entre la arena y los guijarros llamó su atención. Nora se agachó y recogió un pequeño broche de exquisita manufactura. Tenía grabada una dedicatoria, aún legible:
"Por siempre y para siempre tuyo R.W.F", leyó.
Lo miró con detenimiento. La pieza era delicada y representaba la cabeza de un ciervo adulto al que rodeaba un elegante cinturón adornado con remaches de motivos vegetales. Algunos detalles estaban algo desdibujados, pero se conservaba lo suficientemente bien como para identificar algunos elementos relevantes como el lema: *Je suis Prest escrito con letras mayúsculas.
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¿Qué me has hecho? [EN EDICIÓN]
RomanceLa joven Eleonora Andrade está decepcionada con la vida. No ha conseguido nada de lo que se había propuesto. Ni con su carrera como artista plástica, ni en el amor. Así que decide romper con todo y regresar a su lugar de origen. De vuelta en casa d...