Capítulo 8: Revelación en la cocina

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Nora salió de su habitación con el pulso martilleándole en las sienes

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Nora salió de su habitación con el pulso martilleándole en las sienes. El sueño había sido tan vívido que por un momento, creyó estar en la piel de la joven a la  que habían ejecutado trescientos años atrás tal y como les había contado la señora Campbell aquella noche para gran  alborozo de los niños. Sólo que ella no era ninguna prostituta, sino la joven esposa a la que  otros  habían endosado la muerte de su marido.

 La joven se sentó en la cocina intentando serenarse. La luz de la mañana se colaba por los altos ventanales y  sintió una profunda tristeza, por la joven Catalina Cameron, por Robert W. Fraser, por Liliana. Le pareció escucharse decir las mismas palabras que había pronunciado la señora Campbell en aquella misma cocina mientras los niños abrían los ojos fascinados y aterrados:

"Ningún Fraser logrará una vida plena y feliz mientras Culloden Castle se mantenga en pie. La Parca se encargará de restaurar lo dañado: una vida por otra, hasta que las muertes de los inocentes sean vengadas ...", recordó Nora instantáneamente.

Pero ella había anotado una diferencia en un su cuadernillo de apuntes de dibujo:

—...Y las almas de los destinados vuelvan a reencontrarse— leyó en voz alta.

En ese momento le pareció ver el contorno oscuro de una presencia que la miraba  detenidamente desde el umbral de la puerta que daba a la cocina. Parecía el espectro de una mujer vestida con ropa del siglo dieciocho, según pudo deducir por su indumentaria. No pudo distinguir sus rasgos,  que estaban difuminados por una especie de  neblina luminiscente que flotaba entorno a ella, impidiéndole ver mucho más. Era  delgada y tenía el cabello rubio y largo. Por su constitución dedujo que se trataba de alguien que había muerto joven, muy joven. Los ojos, como finas y oscuras ranuras de odio se quedaron fijos en ella. Nora sintió cómo el vello de los antebrazos se le erizaban. La criatura fantasmal levantó un dedo acusatorio y abrió la boca dispuesta a hablar. Nora se levantó de la silla, con la intención de  encararse con la presencia impulsada por una fuerza desconocida en ella...sin embargo, cuando quiso acercarse la visión se desvaneció en el aire dejándola totalmente confusa. Luego las puertas de los armarios de la cocina se abrieron y la loza fue lanzada al suelo. El estrépito de las tazas y los platos al romperse fue suficiente como  para despertar a los Fraser que se presentaron confusos y en bata en la cocina preguntando qué había sido todo  aquel estruendo. Nora por más respuesta  se quedó en blanco, incapaz de asimilar lo que había ocurrido. 

Nora...¿Estás bien? ¿Se puede saber qué ha ocurrido?— preguntó Jasper perplejo mirando la loza rota esparcida por el suelo de terracota de la cocina.

Vaya la que has montado aquí...te va a caer una buena bronca— dijo Logan ocultando una sonrisa maliciosa.

Si...has destrozado la loza de mamá— dijo Kenna señalando con un dedo acusador a la joven que miraba aquel destrozo sintiéndose extrañamente culpable.

Os juro que no he tenido nada que ver con esto. Los armarios se abrieron de repente y algo lanzó las tazas y los platos al suelo. Tenéis que creerme— dijo la joven con los ojos muy abiertos, intentando que la creyeran mientras los latidos de su corazón se hacían atronadores. No entendía por qué se sentía responsable de aquel estropicio.
Sin embargo  para su sorpresa encontró comprensión, sobre todo en los niños. Ellos fueron los primeros en hablar.

Hace tiempo que sabemos que hay algo en este castillo...— dijo Logan sin disimular su orgullo mordisqueando una tostada con mermelada.

Si, está encantado...hay fantasmas—añadió Kenna solemne tomando una de las tazas supervivientes y sirviéndose leche fresca. 

Está bien, niños. No exageréis. No existen los fantasmas... aunque debo reconocer que sí es cierto, que últimamente están pasando cosas un poco extrañas. Pero todas tienen explicaciones totalmente racionales y lógicas. 

Pero papá...¿No te acuerdas cuando estallaron las copas de whisky delante del tío Edward? El muy gallina se largó pitando diciendo que había visto a una chica mirándole fijamente desde el umbral de la puerta de la sala. Rio Logan mientras miraba hacia la encimera en busca de otra tostada que llevarse a la boca.

— El tío Edward estaba muy cansado aquel día, Logan. La mente de un hombre estresado le puede jugar malas pasadas. Lo entenderás cuando crezcas, hijoargumentó Jasper cada vez mas incómodo.

Miró a Nora:

Edward  Miles es el socio de mi padre y el padrino de los niñospuntualizó . Es un hombre mayor  que debería estar retirado pero aún continúa muy involucrado en la marcha de los negocios de la familia. 

Comprendo...pero no hace falta que te expliques. 

—Lo que quiero decir, es que ...seguramente lo que vio es distinto a lo que creyó ver. 

Nora no estaba de acuerdo con la observación de Jasper. Pero entendió que no quería involucrar a los niños en aquel tipo de asuntos más allá de lo estrictamente necesario. Considerando las implicaciones que aquella revelación tenía, creyó adecuada por su parte la voluntad de su padre de proteger a sus hijos.

Observó a los niños. Kenna llevaba una bata rosa, sobre un pijama de unicornios y Logan llevaba una bata azul sobre un pijama de aliens verdes estampados con muecas graciosas. Empezaba a sentirse muy cómoda con ellos. 

Tenía que averiguar más a cerca de la historia del castillo y de sus ocupantes. No podía apartar de su mente el recuerdo de aquella escena perturbadora. Le parecía que algo o alguien le había transferido los sentimientos de una persona muerta hacía trescientos años. Estaba segura de que lo que había soñado había ocurrido realmente y de que Catalina Cameron había sido una víctima inocente de una conspiración para matar a su marido. Pero ¿Por dónde podría empezar?. 

 

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¿Qué me has hecho? [EN EDICIÓN]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora