NIRA
Mentiría si dijera que nunca había visto a mi padre tan enfadado. Claro que, al estar raptada durante una semana y media, lo justifica un poco.
—No debí dejarte salir nunca de aquí —me grita mi padre desde su trono hecho de huesos.
—¿Acaso pretendes que me quedes siempre encerrada? —pregunto yo también gritando.
—Aquí tienes todo lo que necesitas, haré que te traigan presas vivas para cazar y no me traerás problemas —responde mi padre con voz severa.
—Así acabaré como mamá —susurro, pero sé que él me ha oído.
—¡Tu madre no tiene nada que ver con esto! —grita mi padre levantándose del trono con enfado.
—¡Mi madre es la razón por la que me quieres encerrada! —grito devuelta.
—Cállate, desagradecida. Yo te he dado lo que tú madre no, y ahora sal de mi vista —ordena sentándose otra vez en su trono.
No me duelen sus palabras, solo escuecen un poco y saben a algo ya muy familiar: venganza.
Bufo pero me retiro y avanzo por el bosque de cenizas hasta mi cueva personal.
Ya hace tiempo que en nuestro clan no hay Thsahik, mi madre fue la última. Desde entonces solo hay un líder en nuestro clan y este se encarga de todo, aunque tiene derecho a un general de guerra, que en el caso de mi padre soy yo.
Y fué la primera vez y última que me sentí escogida por él.
—Hoy hace sol. —Me sobresalto al oír la voz de Mai detrás de mí.
Me giro y me encuentro a la hermana de mi futuro prometido apoyada en una piedra más o menos de su altura.
—¿Y?
—Que hoy sería un día perfecto para salir a cazar —comenta mirándose las uñas con una sonrisa.
Es tan retorcida como yo, o peor.
Voy a contestarle que no pero el pensamiento de estarme por la aldea todo el día, viendo como mi padre me da ordenes pasa por mi mente y automáticamente cambio de opinión.
—Podríamos ir cerca de el bosque Metkayina —sugiere Mai con una sonrisa pícara.
Lo dice con toda la intención de matar Metkayina aunque vaya en contra de las normas de mi padre. Y solo por eso me encanta.
—Espérame en la frontera, voy a por mi arco —murmuro empezando a coger el material de caza.
Ella suelta un silbido y en menos de dos segundos está fuera de mi vista.
En otra vida, si fuera lesbiana, estaría perdidamente enamorada de ella. En esta vida no tengo sentimientos ni siquiera por los hombres na'vi.
Me guardo la daga en su sitio y cuelgo mi arco morado en mi hombro antes de empezar a correr hacia la frontera.
[...]
—Shh —le ordeno a Mai.
Mierda, mierda, mierda.
No es que las cosas salieran mal, es solo que tengo a la mismísima reina del caos como mi acompañante. No podía acabar diferente.
Diez Metkayina están por el bosque, y si es verdad que con un par o tres podemos las dos solas, para diez necesitaríamos refuerzos que no tenemos.
—Tu eres la jefa, lidera ahora antes de que nos corten el cuello —me susurra Mai tan bajito que apenas puedo oírlo.
—A ver si voy a ser yo la que te lo corte a ti si no te callas —susurro devuelta, fulminandola con la mirada.
Ella se encoge de hombros con una sonrisa y ambas volvemos nuestra vista a los na'vi del agua que nos rodean.
Y, como no, Mai pisa una rama demasiado fuerte mientras intentaba recolocarse el puñal y alerta a los na'vi del agua.
—¡Corre! —es mi última orden antes de salir corriendo hacia cualquier sitio.
Oigo gritos detrás de mí pero sé que no son de Mai, ella nunca grita. Los pasos a mi derecha e izquierda aumentan el ritmo y flechas pasan por ambos lados de mi cabeza.
De repente, una figura azul oscuro se tira encima de mí tapándome la boca y nos esconde detrás de un arbusto demasiado profundo como para ser encontrados.
Muerdo su mano con fuerza y me giro para ver unos ojos muy familiares devolverme la mirada.
—¿Neteyam? —murmuro oyendo como los pasos se hacen cada vez más lejanos.
No contesta, solo mira a sus lados en busca de enemigos.
—¿Porque? —exijo saber.
—Te debía una, princesa. Ahora estamos en paz —contesta mirándome con una pequeña sonrisa.
Ninguno de los dos hace un paso para irse, ni siquiera yo. Nos miramos fijamente y su mirada se desliza a mis labios.
Trago saliva mientras siento mis manos cosquilleando por la necesidad de tocarlo. No debería estar tan desesperada por tocar su piel, y sin embargo no puedo dejar de pensar en lo bien que se sentirían sus labios sobre la mía.
—Esto se considera traición —advierto.
—Me da igual.
Y sonríe con un niño pequeño cuando ruedo los ojos.
—Teniendo en cuenta lo que les hacen a los traidores, no debería darte igual —murmuro y él se limita a sonreír con más fuerza.
Idiota inconsciente.
—Me encanta que veles por mi seguridad, princesa —murmura rozando mis labios.
No sé en qué momento nos hemos acercado tanto, tan solo puedo notar su respiración contra la mía y mi corazón acelerado en mi pecho.
—No estoy velando por tu seguridad, Neteyam, solo procuro que no se extingan los de tu especie —contesto casi rodando los ojos.
—Vuelve a decirlo —ordena maravillado.
Ruedo los ojos con ganas.
—¿El que, que eres un idiota incosciente? —pregunto burlándome.
No puedo creer que de verdad quiera escuchar eso otra vez.
—No. Mi nombre.
—¿Neteyam? —murmuro confundida.
Él cierra los ojos como si eso le produjera algún tipo de placer extraño y yo aprovecho para mirar sus labios una vez más.
Y, como si se me encendiera una bombilla encima de la cabeza, recuerdo que Mai está por ahí, probablemente jugándose la vida.
Me levanto de golpe y Neteyam me coge del brazo antes de que pueda dar un paso.
—No voy a mencionar esto —le aclaro antes de que él mismo me lo advierta.
—No es eso.
—¿Entonces...?
No me da tiempo a reaccionar cuando de repente sus labios están sobre los míos y sus manos en mi cintura.
Cierro los ojos y le sigo el beso, situando mis manos en su cuello. Un calor extraño me recorre el cuerpo el cuanto junta nuestras pelvis y profundiza el beso. Suelto un gemido en su boca en respuesta, y él sonríe sobre mis labios.
No se siente como algo incorrecto, solo se siente bien, como si estuviera destinado a pasar.
Nos separamos en busca de aire y no me atrevo a decir nada, solo puedo mirar como su pecho sube y baja al ritmo del mío.
Y, antes de girarme hacia lo que no tengo ganas de enfrentarme, le lanzo una última mirada.
Seré la na'vi mas idiota del planeta pero lo que sea que fuera eso me encantó, y también se que no puede volver a repetirse.
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Chica de Cenizas
RomanceNira y Neteyam no tenían porque conocerse pero a pesar de lo que estaba predestinado, lo hicieron. Sus clanes llevan años peleados y dos años en guerra, y Nira es la próxima líder de su clar, por lo tanto están obligados a odiarse. A Nira siempre l...