Capítulo 17

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NETEYAM
Las pesadillas no han vuelto esta noche, ni todas las que he estado con ella antes.

Es como si fuera un repelente para las pesadillas, una na'vi tan terrorífica que hasta los dioses le tienen miedo.

Aprieto a una Nira desnuda contra mi pecho, inhalando su aroma. Huele a frutos del bosque. Y es el golpe más delicioso que he sentido nunca, solo por ser de ella.

***

LO'AK
Me levanto con el corazón a martillándome el pecho y con sudor en la frente.

Ya hace dos días que está muerta. Dos putos días que llevo estirado en la cama y durmiendo, evitando pensar en ella.

Debí perdonarla, debí dejarle hacer conmigo lo que quisiera. Le quedaba poco tiempo y yo no lo sabia, podría haber aprovechado. En vez de eso, la culpé y le escupí en la cara.

Sacudo la cabeza y entierro esos pensamientos a varios metros bajo tierra mientras me levanto y salgo de mi cabaña.

Los na'vis ya se están moviendo. Al ser por la mañana ya, todo el mundo está pendiente de las órdenes de Nira, que está al cargo de el ataque.

Solo el pensar en Nira se me forma un nudo en la garganta, y después mis pensamientos van a Neteyam. No he hablado con este último desde en día en el que Tsireya soltó la bomba de que se habían acostado.

Aunque Ao'nung desmintió lo de que se habían acostado. Suerte, sino odiaría a mi hermano de por vida.

—¿Qué haces ahí parado? Mueve el culo, Sully —me grita Mai parándose delante de mi.

Arrugo la nariz con asco.

—Yo me quedo aquí, durmiendo y teniendo el descanso que claramente me merezco —me excuso, intentando volver dentro me mi cabaña, bostezando.

Pero, como ya aprendí hace tiempo, con Mai no es nunca tan fácil.

La na'vi Ayuura me coge del brazo para mantenerme en el lugar y es casi cómico como consigue retenerme aunque mida bastantes menos centímetros que yo.

Mai me pone un arma en la mano y me mete un empujón hacia el ejército na'vi que ya está saliendo.

—¡Y si te sales de las filas te voy a cortar la polla y se la voy a dar de comer a los peces! —grita mientras obligo a mis piernas a caminar.

No me da miedo Mai, solo impone un poquito.

Nira da órdenes a todo el mundo y, en lo que a mí se me pasa volando, ya estamos detrás de los árboles de la fortaleza Ayuura.

Nunca había estado aquí. Pero es mínimamente decente, al contrario de lo que pensaba viendo lo traumados que han salido todos los Ayuura que conozco.

Mai ha salido hace exactamente treinta segundos, lo sé porque los he contado. No me gusta quedarme solo detrás de un árbol, así que cuento lo segundos para entretenerme.

—Mierda, tarda demasiado —murmura Nira a mi lado.

Su ceño fruncido delata su preocupación por Mai, y me sorprende porque no pensé que era capaz de sentir.

A mi me parecía un robot mandón, nada más.

—Llegará —la tranquiliza Inut.

Yo no lo creo. De hecho, creo que ahora mismo está siendo torturada por los na'vis y sometida a cuarenta cuchillos por segundo...

—¡Bu! —susurra alguien en mi oido y dios sabe el brinco que pego.

Suerte que su mano estaba en mi boca, que si no nos descubren.

—Has vuelto —murmuro con fastidio.

—No pareces muy feliz.

Mai hace pucheros.

—No lo estoy.

Ahora mismo solo quiero tirarme por el primer acantilado que vea y ponerme tantas piedras encima como sea posible.

***

NIRA
Mai ya se ha encargado de los guardias, lo demás está a cargo de Inut. Probablemente salgamos victoriosos, a pesar de que los soldados Ayuura son mucho más buenos en todo lo que respecta el combate.

Pero los Metkayina tienen dos cosas indispensables a su favor; A mi y el doble de cantidad de soldados que mi padre.

Y, mientras admiro la guerra con mis propios ojos, me doy cuenta de que si Tonowari hubiera querido, podría haber ganado la guerra con un parpadeo. Nos casi triplicaban en número por ese entonces, y lo siguen haciendo ahora.

—¿Como vas a tomar el mando? —me pregunta Jake de repente.

Tonowari le ha ordenado que me proteja, aunque yo no lo necesito.

—Los Ayuura respetan la fuerza, si saben ya que he sido yo, es muy probable que ya me consideren su nueva reina. Por eso la mayoría de los soldados ya se han rendido y solo quedan los que son exclusivamente leales a mi padre —le explico echándole una mirada por encima del hombro.

—¿Entonces así es como elegís vuestros líderes? ¿Con guerra? —pregunta con los ojos muy abiertos y con el ceño fruncido.

Me encojo de hombros.

—¿Vosotros cómo elegís a los vuestros?

Un estruendo suena justo en el centro del árbol de cenizas, haciendo que todo el mundo salte por los aires.

Por suerte, estamos demasiado lejos como para que nos afecte. Pero el pitido constante en mis oídos me indica que es una bomba.

Parpadeo un par de veces para intentar ver mejor a través del humo pero mi vista sigue nublada por mucho que lo intente. Me tambaleo mientras mi cabeza da vueltas.

—¿Nira? —me llama Jake con una voz débil.

Intento girarme hacia él pero apenas distingo su silueta entre los grupos de gente.

Los gritos invaden mis oídos y inmediatamente mi mente se va a Neteyam.

Mierda. Mierda. Mierda. Al final él me había convencido para que lo enviara al frente, así que debe estar...

Joder.

Obligo a mi cuerpo a correr entre las masas de gente, notando mis piernas más pesadas a cada paso y mi corazón martilleando demasiado rápido en mi pecho.

—¡Neteyam! —grito pero no hay respuesta.

Una lágrima empieza a derramarse por mi mejilla pero la aparto con rabia antes de que caiga.

Él va a estar vivo.

Pero nadie lo está.

Él va a estarlo.

Chica de CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora