Capítulo 19

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NIRA
Algo caliente en mi estómago hace que abra los ojos immediatament. Y lo primero que me encuentro es a Ronal inclinada sobre mi, con una expresión concentrada.

Estoy desorientada, pero ya no mareada. Paso mi mirada por la sala y me encuentro a Jake, Tonowari y los de mi clan repartidos por la sala.

Mi mente vuela a los últimos acontecimientos: la bomba, como el mestizo me salvó, la guerra y, por último, pienso en Neteyam.

Neteyam... Espero que Ronal lo haya podido curar. Necesito que Ronal lo haya hecho. Sino, creo que podría reducir esta aldea a cenizas.

¿Y si lo han dejado allí? ¿Y si la segunda explosión no solo afectó al castillo? No... Eso no puede ser, yo vi que...

—¿Como está? —pregunta una voz suave.

—Mejor que tú, así que vete ya a descansar —ordena Ronal, quitándome por fin lo que fuera que estaba en mi estómago.

Se escucha una risa, y dios, si no lo supiera, juraría que me es demasiado familiar. Pero yo no tengo esperanzas por nada, y no quiero llevarme otra decepción, así que ni siquiera lo compruebo.

—Sé que estás despierta, princesa —se burla la voz.

No puedo estar imaginándomelo, no estoy muerta. ¿O si? A lo mejor estoy en el infierno, pero él no estaría conmigo entonces.

Y ese maldito mote... Se oyen más risas y cada vez es más inconfundible su voz.

Los ojos se me llenan de lágrimas antes de que empuje a Ronal y salte de la camilla, ganándome un grito por parte de la Tsahìk.

—¡No te puedes levantar aún!

Sin importarme lo más mínimo, salto sobre Neteyam, abrazándolo por la cintura por las piernas y, probablemente, asfixiándolo con los brazos.

Neteyam se apresura a devolverme el abrazo, apretándome contra su propio cuerpo. Entierro mi cabeza en su hombro, obligándome a no llorar.

Pero no se queja. Oh, dios, está vivo. Si es un sueño, por favor no me despierten.

Un sollozo se escapa de mi garganta y noto unos labios húmedos contra mi hombro.

—Estabas muerto... T-tu estabas muerto —tartamudeo separándome un poco y acunando su cara con mis manos.

Neteyam me regala una sonrisa triste.

—Pues ahora estoy vivito y coleando —bromea, dejándome pasarle una de mis manos por su mejilla.

Me río, y me río hasta que esa risa se convierte en un largo sollozo. Y luego las lágrimas caen por mis mejillas, y me encuentro a Neteyam apartándolas y dándome un beso casto en los labios.

—Deberías volver a tumbarte —me recuerda Neteyam.

Y de repente soy consciente de que montón de personas han estado presentes mientras lloraba, y mientras me lanzaba a sus brazos.

Pero no quiero dejarlo ir, así que niego con la cabeza y entierro mi cara en su hombro otra vez, oliendo su aroma. Neteyam bufa con burla.

Lo he hecha do mucho de menos. Al menos, los pocos minutos antes de la segunda explosión.

Por encima del hombro de Neteyam le dedico a Mai una mirada que dice claramente "llévatelos a todos fuera. Ahora". Así que Mai me obedece y en pocos segundos, estamos solos.

—Por favor, por favor, no me sueltes —murmuro contra su cuello.

No sé cuando me he vuelto tan vulnerable a su alrededor pero tengo la sensación de que es irreversible.

Chica de CenizasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora