T‐25

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Pov. Jennie

El médico me envía a casa por la mañana con instrucciones de acostarme y no salir durante unos días.

–Necesita agua, descanso y algunos analgésicos. Asegúrese de descansar y relajarse mentalmente, así que manténgase alejada de la tecnología y del ejercicio mental o físico. Solo hasta que su mente se sienta más clara nuevamente.

–¿Qué pasa con mi mano?–pregunté mientras la levantaba, estaba cubierta de gasa y palpitaba de dolor.

–Cambie el vendaje todos los días, manténgala seca y elevada por encima de su corazón y pídale a su madre que esté atenta a los signos físicos de infección. Deberá controlar los otros signos, como fiebre, aumento del dolor con el tiempo y cualquier sensación de hinchazón, que podría indicar acumulación de pus.

–¿Y mis nervios? ¿Podré sentir las cosas normalmente una vez que haya sanado?–pregunté, mientras la ansiedad hacía nudos alrededor de mi caja torácica.

–El patrón de recuperación para quemaduras tan graves puede ser dinámico. Dependiendo de cómo sane, es difícil darte una predicción concreta de los efectos a largo plazo que podrías tener. Diría que según la gravedad de la herida y la ubicación en la palma, y los dedos existe una pequeña posibilidad de que experimente debilidad a largo plazo, picazón, termorregulación, dolor esporádico o crónico, entumecimiento, cicatrización y tal vez incluso trastornos del sueño.

–¿Eso es todo?–dije con una risa histérica inoportuna, que hizo que mi madre resoplara y llorara al mismo tiempo.

El Doctor colocó una mano sobre el colchón, haciéndolo hundir a mi lado.

–No pierdas la esperanza, Jennie. Hay muchas posibilidades de que te recuperes de esto sin síntomas. Solo haz tu mejor esfuerzo para cuidar esa mano durante las próximas semanas.

–Eso significa que deberías poner tu escultura en espera–había dicho mi madre con severidad.

¿Por qué está actuando tan enojada?

Me he hecho esa pregunta al menos cuatro veces, desde que regresé a casa.

Ella había sido más que cariñosa en la forma en que me ayudó a subir al auto, me llevó a casa y me metió en la cama con un poco de su famosa sopa de tomate.

Aunque no me ha dicho ni una palabra desde el hospital.

–Mamá ¿Qué pasa?–pregunto, mientras ella en silencio ahueca mis almohadas.

–Nada.

–¿En serio me vas a hacer adivinar? No estoy exactamente en el estado de ánimo adecuado–le digo sin desdén ni seriedad.

Ella hace un gruñido en la parte posterior de su garganta.

–Normalmente te castigaría no diciendo nada durante unas horas. Pero debido a que el médico te dijo que descansaras tu cerebro, lo haré de inmediato.

–Por favor, hazlo–le digo lentamente, mis entrañas se contraen mientras mi ansiedad aumenta un poco.

–Me has decepcionado, Ruby Jane y me has traicionado.

–¿Qué?

–Lisa. Esa chica que me prometió que nunca te tocaría, mientras estuviera bajo tu techo. Es vergonzoso.

"Oh, no"

Este realmente no era el momento para que ella se enterara de Lisa y de mí.

Pero sin medios para retroceder el tiempo, suspiro y me dejo caer de nuevo en mis almohadas.

¿Puedo tocarte?/Jenlisa(G!P)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora