19.- Disculpa

33 12 1
                                    

Shirley

Escondí todo en una habitación, por lo menos lo poco que pude traer conmigo, mañana irían llegando las demás cosas, esperaba que esto fuera una buena acción y sobre todo una grata sorpresa, ya que andaba sin mucho qué hacer.

Hermes por la noche llego con la cena, había pasado a un famoso restaurante que se especializaba en cortes de carne, esos gestos me hacían verlo con otros ojos, al parecer los cursos que decía estar tomando para corregir su falta de soltura en la socialización, estaban dando resultado.

Yo también creía que por lo menos lo he vuelto más tolerante, soy una persona habladora y todo lo contrario de este médico, algún día me gustaría saber las historias que no me cuenta, pero no me siento con la calidad moral para pedirle que se abra conmigo, cuando yo misma no soy capaz.

Algo le diré ahora que estemos cerca a la fecha de la cena de navidad.

—¿Puedo preguntar qué harás en estos días?

—Algunas compras navideñas, conocer Cleveland, enfriarme en las calles, ya sabes lo usual de un desempleado.

—Bien, pero procura no andar sola por lugares poco transitados, también quiero pedirte algo. Sonará raro, pero si ves a mi hermano, no interactúes con él, es preferible que te alejes, no es una buena persona.

—Recuerda, que sé kung-fu —lo dije bromeando y haciendo movimientos.

—No, hablo en serio.

—¡Ok! Eso si da miedo, ¿crees qué tu hermano sea capaz de dañar a una persona? —no respondió, pero su cara confirmó mi pregunta, la cual había soltado en tono de sorna.

Un silencio nos invadió y ambos nos levantamos de la mesa y limpiamos, hasta que quise cambiar el ambiente.

—¿Cómo estuvo tu día?

—¿Es eso lo que deseas preguntar?, bueno, igual no te diré nada, tú y yo nos llevamos bien porque no nos entrometemos en los asuntos delicados del otro. Y así está bien.

—Y no te gustaría desahogarte, después de todo soy una desconocida y para tu mayor tranquilidad, no soy nada maliciosa.

—Olvídalo, no quiero ensombrecer tu ánimo con mi terrible historia.

—Pues haces un pésimo trabajo, para disuadirme, ahora solo aumento mi interés. ¿Quieres ver una película?

—Tu vela, yo debo ponerme al día con mi investigación.

Al día siguiente no lo vi cuando se fue a trabajar, quizá madrugo o tuvo una emergencia.

Desde temprano fue un ir y venir para subir los paquetes que llegaban, incluso cuando llego el árbol ya me encontraba horneando galletas, es algo familiar, mamá hornea, la casa huele rico, mientras papá y yo adornábamos.

En mi afán de seguir con nuestra tradición, estaba partida en varias cosas, cocinar, desempacar y comenzar a colocarlo todo.

Una esquina fue la elegida para qué albergará el hermoso árbol, esas ventanas de piso a techo, se verían geniales y reflejarían las luces.

Fue necesario ir al lobby para pedirle al encargado, me hiciera favor de prestarme alguna escalera. Hermes no poseía nada de herramienta, lo cual encontré muy conveniente, porque le regalaría un juego. Todas las casas necesitan de vez en cuando de ellas.

En un principio busque por todos lados dónde reproducir música, hasta que al activar mi bluetooth, apareció Bose clas, lo sincronice y puse música para darme la sensación de la época, Michael Buble y otros me acompañaron.

Comenzó en NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora