30.- Posibilidades

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Shirley

Al abrir los ojos, una sonrisa amplia apareció en mi rostro, inhale hondo, esa emoción de satisfacción, de sentirse completo y feliz. Nada me hacía falta en este preciso momento.

Dicen que es bueno agradecer por lo que se tiene y yo lo tenía todo, salud, vida, un techo, a mis padres, dinero, un novio. A excepción del trabajo que perdí, todo era color de rosa.

Sujete la sabana para taparme, me incorpore y cruce las piernas, las cortinas seguían corridas y se podía ver claramente los rayos del sol, la vista ya no era como la de anoche.

No tenía ni la menor idea de qué hora era, tampoco estaba segura si debía despertar a Hermes, no hablamos sobre si trabajaría, por si las dudas, lo moví.

—¡Hermes!, ¡despierta! —solo conseguí que se removiera.

Avente la sabana y salí corriendo directo al baño, las inhibiciones habían vuelto, decidí bañarme, el agua caliente se sentía deliciosa en mi cuerpo, a medida que fui enjabonando mi cuerpo encontré algunas marcas, sobre todo parecían impresiones del agarre de Hermes.

Lo peor es que amé cada una de las acciones de él, tan serio que se veía, me puse la bata que estaba colgada aquí.

—¡Listo!, todo tuyo. Intente despertarte, ¿iras a trabajar? —llame su atención, ya estaba despierto, pero parecía muy metido en sus pensamientos, acostado y con las manos detrás de su cabeza.

—¡Buenos días!, no quisiera, pero tengo que... —mis hombros se hundieron, el noto como mi ánimo se desinfló. Lo vi irse al baño, solo que salió muy rápido.

—¿No te bañarás? —se rio y me abrazo por la espalda, ya que yo estaba cerca de los ventanales.

—En un momento, solo quería decirte que iré hasta más tarde, así que desayunemos, pide algo a la habitación.

Eso sonaba mejor, por lo menos pasaría más tiempo con él.

Me concentré en la tarea que me dio, llame para pedir café, jugo verde, omelets con verduras, se me antojaba algo dulce, así que me decidí por wafles y fruta. Yo sentía un hueco enorme en el estómago y supuse que él estaría igual.

Luego se me ocurrió que sería mejor preguntarle si deseaba algo en especial. Asome la cabeza en el baño.

—¡Oye! ¿Qué se te antoja?, se me olvido preguntarte. —solo giro la cabeza, su cuerpo estaba de frente a la pared.

—Ahora... ¡Se me antoja a ti, aquí! Ven... —me guiño el ojo.

—¡No! Yo me refiero a la comida.

—Tú puedes ser mi postre —mejor lo dejé que siguiera bañándose.

Hermes salió antes de su ducha, yo lo esperaba sentada en el sofá, perdida, contemplando a la nada, no tenía ni un solo pensamiento.

Justo cuando él se paró detrás de mí, escuchamos el timbre, él se ofreció a recibir nuestro copioso desayuno, en lo que el joven de servicio a la habitación bajo todo del carrito y lo acomodo en la mesa. Él buscó su pantalón para buscar la propina.

Cambié de lugar y fui a sentarme frente a esa mesa redonda —vaya, al parecer amanecimos con hambre —observo él.

—Enteramente tu culpa, me hiciste gastar mucha energía —contraataque.

—La que empezó todo fuiste tú, pero me alegro —se acercó y beso mi mejilla.

No quería ser pesada, ya saben esas personas que luego del sexo, quieren saber que será de su relación, pero es como algo que necesitamos saber, principalmente para saber cómo actuar dependiendo del papel que nos asignemos.

Suspire —¿qué sucede?

—Nada, es que al despertar todo parecía diferente, ahora no sé en dónde estamos parados, ya sabes tú aquí y yo debo regresar.

—Te entiendo, yo solo estoy feliz de estar aquí contigo —tomo mi mano y la llevo a sus labios para besarla. —Supongo que debemos hacer algunas adecuaciones, podría ver si alguno de los hospitales en Nueva York me quiere en su plantilla.

Abrí los ojos —yo... no puedes hacer eso, nunca te pediría que fueras hasta allá por mí.

—Tú no me lo pides, es algo que yo quiero hacer, entiende que mis prioridades cambiaron desde que ambos aceptamos nuestros sentimientos. —Eso era una enorme responsabilidad, sobre todo porque esta relación está en pañales, no es como que estuviéramos a punto de casarnos, eso sería totalmente diferente.

—Pero... ¿Qué va a pasar con el puesto de director de cardiología? Estuvimos haciendo mucho para que lo consiguieras.

—Cierto, seré arrogante, ¡ok! No importa a dónde vaya, soy el mejor, eso no cambiará, puede ser aquí o en Nueva York.

—No puedo dejar que lo hagas.

—Eso no depende de ti, además estoy seguro de que tu padre no te dará más tiempo y yo no le voy a dar excusas para que me deteste, antes de ni siquiera iniciar contigo. Basta de complicaciones, sigue desayunando.

Salir del hotel a las 11 de la mañana con atuendo de gala y cara lavada era vergonzoso, por qué no lo abre pensado mejor, en su casa no pasaría esto, ¡ah!, pero anoche me agarro la falsa valentía.

...

En su departamento ambos fuimos a quitarnos los atuendos, por mi parte no saldría, pero él debía presentarse a trabajar, lo único que le preocupaba era una cirugía a las 4 pm, pero como él me explico debe ir a revisar que todo esté en orden y examinar una vez más el material sobre la operación, no le gusta entrar sin preparación previa.

Eso solo me dejaba ver por qué era el mejor, no hacía nada a medias.

Comenzó en NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora