10.- Oportunidad

40 10 1
                                    



Shirley

Mientras revisaba unos presupuestos llego un mensaje de texto, preguntando si era conveniente para llamarme, supuse que era de Hermes. No estaba con mucho ánimo de contestar, por lo que le dije que mejor siguiera con los mensajes.

Pregunto por la hora en la que debía pasar por mí y sobre que me gustaría cenar, para que se viera si en verdad estaba dispuesto a llegar a los extremos para conseguir que yo acepte cooperar con él, le dije que me apetecía algo de Cron Bistro. Un restaurante vanguardista con sabores nuevos, lo complicado era conseguir lugar y aparte ir hasta las afueras del centro.

En cuanto a la hora, le contesté que estaba por definirse, si eso no lo hacía desesperarse, tal vez sería bueno pensármelo una vez más e intentar llegar a un acuerdo que fuera beneficioso para ambos.

Luego de unas horas volvió a contactarme para asegurarme que tenía resuelto lo del Cron Bistro.

Yo solo había leído las reseñas y era mi siguiente punto a visitar, por lo que sería buena y le envié un mensaje para decirle que pasara por mí a las 9 pm.

Esta ocasión bajé un poco antes, por lo que tuve que esperar, pero él llegó a tiempo, salí del lobby, en lo que caminaba hasta donde se estacionó, lo evalué de pies a cabeza, portaba un traje gris de tweed (tejido de lana), zapatos café oscuro. Ese look era arriesgado, muchos fallan y se ven como el abuelo, pero él lo portaba con elegancia y con el corte correcto y que su figura ayudaba en gran medida.

Me obligué a concentrarme, ya estaba desviándome y pasándome con la imaginación, era atractivo el condenado, por lo menos sería creíble que me tenía embobada.

Su andar lo hacía verse aún más alto, se desplazaba con seguridad y en el momento que mis ojos se encontraron con los suyos, es como si hubiera captado que lo examinaba, hizo un alto, sonrió, casi poso para mí, luego continuo.

—¿Juegas conmigo? —él negó.

—Para nada, solo que era muy claro que necesitabas dar un mejor vistazo, ¿me equivoque?

—¿Soy tan transparente?

—No, es solo que conozco esa mirada, me la suelen dedicar muy seguido. ¿Lista para irnos? —asentí algo apenada al ser descubierta. Porque si, hasta cierto punto, creo que lo vi con lascivia.

De camino —¿Y cómo le hiciste para conseguir una reservación?

—Tengo mis métodos.

Al ver el camino no vi que se alejara de la zona centro, por lo que empecé a dudar que fuéramos al Cron, entro a un estacionamiento y fue cuando me di cuenta de que era el edificio donde él vivía.

Le daría el beneficio de la duda, esperaría para ver qué era lo que preparo.

—¿No te alarmaste al ver que no fuimos al restaurante que sugeriste?

—Bueno, no es la primera vez que vengo a tu casa, y no me siento amenazada por ti, ¿debería de ser precavida contigo?

—¡ja, ja, ja! Si fuera malo, ¿piensas que te advertiría?

—Yo si te daré una advertencia, ¡sé cómo defenderme!

—Qué bien, hoy en día todo mundo debería saber defensa personal.

...

Él simplemente pidió para llevar, cómo lo logro, no quiso compartir los detalles, en lo que él ponía en platos la comida, yo fui a darle una segunda mirada a su casa, muy por encima.

Todo parecía estar en su lugar y sobra decir que relucía de limpio, su estilo era minimalista, no sabía si él decoró o contrato a alguien, como fuera, su estilo era limpio y sin desperdicio, por lo que el lugar parecía bastante amplio al no estar abarrotado con muebles.

—Lava tus manos, la cena está servida —anuncio.

La mesa no solo tenía los platos con la comida, se había preocupado por hacerlo más amigable a la vista, una pequeña base con flores y un platón que tenía tres velas grandes, las cuales encendió.

—¿Cenas a menudo en casa?

—No, todo esto es para que veas lo mucho que quiero ser agradable contigo.

—Pues hasta el momento vas por buen camino, ¿veamos qué más tienes preparado?

Él dio la vuelta a la mesa y abrió la silla para que yo pudiera sentarme, buenos modales, pensé.

La cena, tenía vegetales, chiles morrones con queso fundido y una vinagreta que le daba un toque especial, luego fideos con costillas cortas, con una salsa que competiría con la barbiquiu,  como postre, unas bombas de cereza y palomitas que tenían un sabor extraño.

Lo acompaño con un vino tinto seco, una experiencia de sabores nuevos que dejaban ganas de probar más, esa era la magia de ese restaurante.

—¿Espero que mi elección fuera la correcta?

—Me agradaron los sabores, tanto así que repetiría.

—Me alegra —se levantó y colecto todo para llevarlo al fregadero, así que seguí su ejemplo, llevando lo poco que había dejado.

—¿Sabes cómo se hace? —levanto una ceja y se rio.

—Sí, soy un adulto funcional desde hace mucho. Tú puedes tomar asiento y servirte otro poco de vino, ¿si te apetece?

—Más bien parece, que no crees que pueda limpiar los platos según tus estándares.

—No, tampoco soy tan maniaco. Prefiero tenerte a la vista mientras intento convencerte.

—¡Aah!, pues te escucho...

—¡Hmm!... ¿Qué es lo que necesitas de mí? La vez que lo pediste no fuiste muy específica.

Suspire —les he contado a mis padres que tengo un novio bastante formal que se la pasa trabajando y que por lo mismo no los visito a menudo, por querer pasar mi tiempo con el susodicho novio.

—Ves, es perfecto, yo estoy muy ocupado con mi trabajo, sería creíble. Te ofrezco, ser ese novio que necesitas para presentarle a tus padres, no gastaras ni un dólar, mi inteligencia nos ayudara para hacer que nuestra historia coincida. Pagaré los vuelos para ir a la cena navideña.

—Ahora tú dime, ¿qué necesitas que yo haga por ti?

—Quizá que me acompañes a algunas reuniones, que aparezcas por el hospital y me permitas presentarte como mi prometida.

—Sabes que tendremos que pasar tiempo juntos para ponernos de acuerdo y hacer que funcione, tanto para ti, cómo para mí —le aclare.

—Sí, estoy consciente, solo que mi horario es complicado, el único tiempo disponible que tengo son las 8 horas que dedico a dormir, tú también debes trabajar.


Comenzó en NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora