18.- No remuevas el pasado

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Hermes

Era mucho pedir que no se metieran en mi vida, si ellos mismos me echaron de la suya.

No quise ser prejuicioso, pero a la vez sabía perfecto que era altamente posible que Hardy, quisiera hacerme pagar por su incomodidad al haber estado en mi casa.

Eran travesuras pequeñas, no quiero ni imaginar si le hubiéramos hecho algo más grave, me arrepentía de haberle permitido invadir mi espacio, no... momento, yo no soy culpable de que su locura le haga hacer disparates.

El asunto, ahora, era cómo recuperar el trabajo de Shirley, aunque ella parezca no estar preocupada, a mí si me apena que haya sido debido a mi problema familiar.

¿Cómo entrar al avispero sin agitarlo y sin morir en el intento?

Toda la tarde estuve pensando sobre soluciones, y planes para descubrir cuál había sido la real razón; primero de que Hardy se apareciera luego de tantos años, segundo, saber si fue el autor de dicho despido y tercero, regresar las cosas a como estaban antes de que él apareciera.

...

Por la noche la casa estaba sola, Shirley me había enviado un mensaje para avisarme que estaría con su amiga Laura, ella tenía que arreglar su relación, después de aquel penoso incidente con el idiota ese.

"¿Te espero a cenar?", le pregunté, ella dijo que me adelantará, al parecer Laura se lo estaba poniendo difícil y tardaría en volver.

Luego de cenar y limpiar la cocina, fui a mi despacho, era necesario que viera el contenido de la carta que habían enviado.

A grandes rasgos saludaban, cuestionaron el que no hubiera tenido la decencia de ir a verlos, tan... ¡ah! Ellos que no cuestionaron para nada sobre aquel incidente, solo lo dieron por cierto y me invitaron a salir de su casa.

Lo demás era una perorata de que era momento de reanudar nuestra relación familiar, que debíamos dejar el pasado allá donde pertenecía, que me perdonaban por lo sucedido.

Y conociendo a Hardy, por eso la amenaza de no quererme ver de vuelta, sabía el contenido de la carta. Yo no tenía muchas ganas de resarcir esa relación.

Tal vez solo era algo conveniente para ellos, o quizá ya descubrieron que mi querido hermano no es otra cosa que un maquinador de mentiras y cosas poco productivas. Su ceguera los llevará a perder su preciado negocio a manos de su favorito.

Alegrarme, no debería, pero sí que quiero ver ese día, lo merecen.

Para despejar mi mente de toda esa porquería que trae consigo esos horrendos recuerdos, fue preciso bajar a nadar en la piscina del edificio.

Muchas vueltas, controlar mi respiración, dejar mi mente en blanco para poder regresar a mi paz mental.

Tal vez, no debería de invocar problemas, sería mejor si solo ayudaba a Shirley a conseguirse otro trabajo, eso y estar al pendiente que mi preciado hermano no se nos acerque.

...

Al salir de mi habitación, Shirley ya estaba lista metiendo los ingredientes de mi jugo verde en la licuadora.

—¡Buenos días! ¿Cómo te fue ayer? —me fui a recargar a la barra.

—Fue dramático, nos gritoneamos, lloramos y luego terminamos riendo, todo bien —no quiero tener que presenciar esas reconciliaciones.

—Espero nunca tener que arreglar las cosas contigo de esa forma, no soy bueno con las emociones —ella torció los ojos y prosiguió con su preparación. —Por cierto, pásame una copia de tu currículo y te ayudo en la búsqueda de trabajo.

Volteo y con una sonrisa negó —no hace falta, verás tengo ahorros y lo más probable es que sea tiempo de cambiar de ciudad.

—¿Y qué pasará con nuestro acuerdo? —lance la pregunta, un hueco se formó en mi pecho como si hubiera sido algo catastrófico los planes que acababa de revelar.

—¡Oh! Por supuesto que sigue vigente, recuerda lo mío, es solo presentarte a mis padres y yo prometí ser tu novia de aquí a que seas el director.

—¿Segura?... Si no puedo tener el puesto, ¿seguirás siendo mi novia hasta que lo consiga? —por alguna razón salió aquello, ¿por qué de pronto rondó ese pensamiento en mi cabeza? ¡Enfócate! No podemos echar a perder esto por sentimientos.

—¡ja, ja, ja! Qué gracioso, no me refería a eso, pero descuida... si es algo que deseas, podría hacer que suceda.

—¿A dónde te mudarás esta ocasión?

—A mi jaula... allá en Manhattan —de nuevo salía a relucir su metáfora de la jaula, por qué si no quería, debía hacerlo.

—Algún día me dirás lo de la jaula.

Ella negó —no hace falta, cuando vayamos lo sabrás, todo cobrara sentido.

Me despedí, ya era momento de ir a trabajar, había tantas cosas que quería hablar con ella, las pláticas se me hacen entretenidas y cada vez más encuentro difícil cortarlas.

Shirley

Hermes, con todo y su carácter, me asombro, pensé que no le importaba nada más allá de llevar a cabo nuestro convenio, resulto que si era un ser humano que tenía corazón.

Ahora que no tenía mucho que hacer, pensé en arreglar este lugar y darle un toque navideño, no podía invadir, así como si nada un espacio que no era el mío, pero vamos a quién no le gusta la navidad.

Incluso con lo que tengo que enfrentar en esta fecha tan festejable, no creo desquitarme con la época y arruinarme las siguientes.

Vamos, que yo sola me metí en esto.

Las tiendas estaban abarrotadas de cosas para adornar, necesitaba un pino mediano, no tan grande, después de todo yo me aventaría la tarea de hacerlo sola, él tiene vidas que salvar, mientras que yo muy bien puedo pasármela rascándome el ombligo.

Para mi suerte las tiendas tienen envíos, no esperaría que Hermes me dejará subir en el techo de su audi mi hermoso árbol.

Y ya que andaba en los centros comerciales sería bueno comprar algunos presentes, mis padres son nada exigentes en ese aspecto, aunque si les digo que quiero dinero para hacer las compras navideñas no se negarían a depositarme.

Solo que preguntarán por qué no tengo trabajo y yo a estas alturas prefiero no enrollarme en ese tema.

Porque las únicas personas que conozco que pueden hacer eso son mis padres o mi parentela que está detrás del hueso. Pero ellos no tendrían ningún beneficio más que el de molestar al prójimo.

Luego de horas de vagar por las tiendas, me descubrí viendo y comprando cosas para mi falso novio.

Lo que si encargue fue un par de Brionis, uno de los cuales sería de Hermes, aún recuerdo lo apesadumbrado que se veía cuando me dijo que yo le había arruinado uno de sus trajes.

A mi memoria vino el día que dormí en su cama, me gusto el olor que esta tenía, por supuesto cambio las sábanas por unas limpias, antes de dejarme dormir en ella, pero al ayudarle sus sabanas tenían un olor particular.

Me gustaría saber que perfume era.

Mi madre, tenía una debilidad por las bolsas y los zapatos, así que algo de la temporada y ella sería el ser más feliz.

Para Thomas, algo que pudiera usar con su amado Robert, les gusta combinar la ropa y la verdad que me parecen muy lindos, soy cursi, no lo puedo negar, esos detalles me vuelven loca.

Laura... ella y yo tendríamos una fiesta loca para dejar salir los malos sentimientos, celebrar su rompimiento con ese cretino.

¿Qué más debía comprar?



Comenzó en NavidadDonde viven las historias. Descúbrelo ahora