3_Acercamiento

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3_Acercamiento

Cayetana consideraba aburridos esta clase de eventos. Un montón de gente rica que hablaban de...adivinen, si, de dinero. Cayetana tenía mucho dinero y no por eso ese era el único tema de conversación que tenía. Su madre solía decirle que esos eventos eran "una orgia de ignorancia y vanidad". Ahora que Cayetana formaba parte de estos eventos puede decir que su madre tuvo razón.

Sus padres nunca la obligaron a participar de estos eventos. No entendía cómo Carla podía tolerarlo. Pero desde que sus padres murieron Cayetana se convirtió en propiedad de los Rosón Caleruega y ella debía formar parte de estas cuestiones sociales.

Afortunadamente a ella la dejaban en paz la mayor parte del tiempo. El centro de atención era Carla generalmente, dado que ella sería la futura marquesa. Porque para toda esta gente Carla solo podía ser la futura marquesa y ninguna otra cosa. ¿Por qué no le preguntaban sobre qué querría estudiar al terminar la secundaria? ¿Qué intereses tenía? Nada, Carla solo era la futura marquesa.

Cayetana observaba detenidamente a la que ahora era su familia. Era casi como una coreografía que después de repetirla tantas veces resultaba aburrida. Carla detrás de sus padres con una copa en la mano. Sus padres hablan con algún empresario o miembro de la nobleza. Miran atrás y Carla da un paso adelante. Esos desconocidos hablaban con los tres y Carla sonreía de forma forzada. La conversación terminaba. Y volvía a empezar todo con otras personas.

Cayetana lo entendía perfectamente. Su prima era un hermoso objeto decorativo que servía para solventar vínculos sociales y comerciales. ¿Y Carla deseaba hacer eso? Era fácil pensar que si dado que las sonrisas de Carla eran bastante convincentes. Pero mirando detenidamente, Cayetana podía notar como ciertas emociones se escapaban sutilmente del rostro de Carla. Tristeza, aburrimiento, enojo. Cayetana a penas conocía a Carla y lograba ver mucho en ella que sus propios padres.

Recordaba su propia vida en la que sus padres jamás la obligaban a nada. Su madre la había criado con la libertad como valor supremo. Cayetana había aprendido desde niña el poder que tus propias decisiones podían tener. Quizás fue por su propia vida. Su madre había crecido en este ambiente y sabía lo que eran las obligaciones impuestas, las apariencias, la falsedad, los intereses. Quizás por eso había escapado de todo eso en cuanto pudo. La madre de Cayetana tomó su parte de la herencia y vivió su vida como quiso. Se casó con alguien a quien nunca supo si sus padres aprobaban o no por el simple hecho que no le interesaba. Ella lo amaba y eso era suficiente. Los embarazos de Mónica y Beatriz se desarrollaron en paralelo. Y aunque Cayetana nació dos meses antes que Carla su madre estaba feliz porque su hija escaparía del marquesado como lo hizo ella al ser la hija menor.

Mónica Caleruega fue libre porque el destino dispuso que naciera después de Beatriz. Y ahora esa carga estaría sobre los hombros de Carla. Cayetana no la envidiaba, pero tampoco la respetaba. Para ella su prima cargaba con un peso del que podía deshacerse fácilmente, solo necesitaba tomar la decisión. Carla podía decidir no ser el objeto decorativo de sus padres, pero era demasiado débil o perezosa para hacerlo.

Quizás era cruel de su parte pensar de ese modo, pero Cayetana no toleraba la debilidad de Carla. Era algo despreciable. No importaba cuanto quisieras a tus padres, tu vida era solo tuya.

Y esa libertad que le habían inculcado desde niña era la que le impedía amar a los Rosón, y principalmente a Carla.

Cayetana bebía de una fina copa. No sabía para que la hacían venir a ella también. Quizás era para atacar en un ángulo distinto al de Carla. Carla era la hija perfecta y heredera del marquesado la cual debían exponer ante todos como mérito de Teo y Beatriz (porque todo lo bueno en Carla era mérito de ellos como si ella fuera un ente vacío que debía ser llenado). Se preguntó qué rol ocupaba ella en todo esto. Quizás la usaran para despertar la ternura en los demás. Después de todo Cayetana era la huérfana a la que generosamente sus tíos habían recibido en su casa. La idea la hizo reír. Carla era admirada y Cayetana era compadecida. Mientras tanto Teo y Beatriz eran ante todos los mejores padres y tíos que existían en el mundo.

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