LAZOS

2_Algo que no eres

Cuando Samuel vio que Polo buscaba hablar con Cayetana y que ella lo rechazara, no le prestó mucha atención. Le interesaba poco y nada cualquier cosa que tuviera que ver con su "querido" hermano Polito. Ya había hecho suficiente con aceptar volver a Las Encinas, no le pidan más.

Cuando notó en clases que su hermano miraba todo el tiempo a Cayetana pero que retiraba esa mirada de golpe cuando ella miraba en su dirección y un notorio rubor aparecía en el rostro de Polo, eso le llamó la atención, aunque no tanto como para querer averiguar.

Cuando percibió que Cayetana ignoraba a Polo con fastidio, pero cuando él no lo percibía ella lo miraba con añoranza, él no pudo ignorar que entre dos sucedía o sucedió algo.

No es que fuese asunto suyo. No quería a Cayetana más que como una amiga y creía que ella se merecía a alguien mejor que Polo. Una pequeña charla con Rebe le confirmó todo el asunto.

Lo que intrigaba a Samuel era en dónde habían quedado los sentimientos de Polo por Carla. ¿Ya no la amaba? ¿Lo había hecho alguna vez?

Porque todo eso significaba que lo que Polo le había hecho a él no fue por celos sino simplemente por odio hacia él. Lejos de producirle odio eso lo hacía sufrir. Su mejor amigo siempre lo había odiado. Odiaba que fueran hermanos. Es como que todo fue una mentira. Y Samuel se odiaba a si mismo porque Polo aun lograba lastimarlo.

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Los tres adolescentes subieron a la limusina cuando su padre ya estaba allí. El chofer emprendió viaje a la mansión de la familia.

-Estoy cansado por el viaje-se quejó Patrick.

-No fue tan largo-dijo Ari.

-No tendrán mucho tiempo para descansar-dijo su padre-mañana mismo comenzarán a ir a Las Encinas. Ya perdieron algunos días de clases.

-Yo prefiero vivir aquí en España-dijo Mencía-estoy cansada de estar hablando en inglés todo el tiempo.

Habían nacido en España, pero siendo niños sus padres los llevaron a vivir en Inglaterra, que es de dónde era su madre. Ahora que su madre había muerto unos meses atrás no veían la necesidad de permanecer en ese país. Además, Benjamín tenían sus empresas más importantes en España.

-¿Y te reunirás inmediatamente con Ventura y Leonardo?-le preguntó Ari a su padre.

-Creo que organizaré una cena-dijo Benjamín-lo que más me interesa es conocer al famoso Samuel.

Ari sabía que su padre era un gran amigo de Leonardo Benavent y que en su juventud había sido también amigo de la tal Pilar. Era comprensible que quisiera conocer al nuevo hijo de Leonardo. De hecho, toda la elite de España tenía ese interés. Si bien había murmuraciones sobre el hijo ilegitimo del empresario más importante de España, también estaban los que veían a este muchacho como la forma de vincularse con el poderoso empresario. Cosas como presentarles a su hijas o asuntos así.

Ari solo esperaba que este nuevo hijo de Leonardo (que tenía la misma edad que ellos) no fuera tan aburrido y patético como el otro. Ari conocía a Polo de casi toda la vida, pero siempre le había parecido muy aburrido por ser tan dócil y tranquilo. Y le resultaba patética la forma en que se sometía a esa novia suya, la futura marquesa, a la que Ari realmente no le agradaba.

Quizás este famoso Samuel sea algo más interesante pensó Ari.

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Una de las ventajas de llamarse Benavent era que Samuel ya no debía traer desde su casa su tupper con comida (generalmente macarrones) sino que ahora podía comprarse lo que quisiera en la cafetería de Las Encinas. Pasó la tarjeta por la máquina y sacó muchas cosas. Samuel habrá cambiado de apellido, pero su apetito seguía intacto. En estos últimos meses había notado que compartía bastante de la genética de su padre. Ambos tenían un apetito voraz, pero jamás engordaban. Además, seguro que de lo llevara a la mesa en la que estaban sus amigos, gran parte también se lo comerían Christian, Omar y Rebe.