11_Epílogo

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Samuel despertó un tanto inquieto al no encontrar a su esposa a su lado.

Quizás era algo infantil pero le gustaba despertar con su esposa a su lado. Como si ese simple gesto le diera seguridad para emprender un nuevo día.

Pero la ausencia de su esposa no era gratuita. Lo supo cuando la vio entró a la habitación con su hijo menor en sus brazos.

-¿Debería sentirme celoso de que él sea tu prioridad al comenzar la mañana?-bromeó Samuel.

-Te dije que aparecería un hombre que te eclipsaría alguna vez -dijo Carla sentándose en la cama y apoyando al pequeño Bruno en sus piernas.

-Pues este ya es el segundo, para ser justos -dijo Samuel y miró a su hijo menor -¿acaso tú y tu hermano no me roban a mi esposa?

Bruno alarmantemente y estiró sus brazos para que su padre lo abrazara.

El pequeño Bruno, de sólo 6 meses de edad, era lo que Rebe había definido como "el niño en disputa". Había una competencia constante entre Carla y Samuel por el favor de su hijo menor y Bruno sería quien rompería el empate en la casa de los Benavent Rosón.

Pilar, la hija mayor de 10 años, era claramente una niña de papá. Físicamente idéntica a su madre pero con una marcada predilección por su padre. Carla sospechaba que Samuel se derretía por su hija precisamente por su parecido con ella. La perfecta excusa para consentirla en todo. Llamarla Pilar solo había fomentado aún más que Samuel, Nano y Leonardo la pusieran en un pedestal. Y la pequeña desascarada sabía cómo sacar provecho al favor de su padre, sus tíos y su abuelo, especialmente de su padre.

Felipe, de 6 años, era claramente un niño de mamá y vino a equilibrar a la familia con su predilección por Carla. Idéntico a Samuel tanto esencialmente como en personalidad, era el príncipe de Carla y su niño consentido. Samuel solía ver a Carla con Felipe y no podía evitar recordar cómo su madre lo trataba a él de niño. Además, Felipe tenía el mérito de haber encantado a Beatriz y con solo alguna broma o un abrazo solía poner a su abuela de su lado.

Por eso, Bruno era niño que Carla y Samuel se peleaban por su favoritismo. Aunque con el pequeño Bruno era más complicado. Era como una amalgama entre sus padres. El cabello rubio de su madre, la misma cara de su padre, pero los ojos azules de su abuelo (o del tío Polo).

-Se despertó temprano-dijo Carla.

-Quizás está emocionado por el cumpleaños del abuelo-dijo Samuel.

Quizás fuera así. Carla sabía que sus tres hijos eran muy apegados al abuelo Leonardo. No les quedaba otra opción dado que jamás habían conocido al abuelo Teodoro ni sabían mucho sobre él. Pilar sabía que su abuelo Teo estaba preso pero ni Carla ni Samuel le habían revelado mucho más.

Era una conversación que Samuel y Carla estaban evitando tanto como pudieran. Como si quisieran que esa parte de su pasado no llegara a sus hijos. Pero eso era cada vez más inútil dado que en algún momento sabrían las cosas que su otro abuelo había hecho, especialmente Pilar que ya tenía edad para comprender ciertas cosas y que astutamente notaba los silencios de sus padres o de su abuela Beatriz cuando se mencionaba al padre de su madre.

Carla había tomado el mando de las bodegas y había hecho un gran trabajo, tratando de que las cosas que hizo su padre quedaran enterradas en el pasado, no solo para ella, sino también para su familia. Samuel solía decirle que tarde o temprano deberían enfrentar al fantasma de Teo y que lo mejor era educar a los niños para que sean fuertes. La élite era un ambiente chico y cruel y tarde o temprano alguien les diría a sus hijos quien fue su abuelo materno y era mejor si lo aprendían por ellos mismos que por chismes malintencionados.

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