4_Isadora

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Era una cálida mañana de domingo mientras Samuel y su padre desayunaban y hacían planes para ese día. Samuel era feliz junto a su padre y le gustaba pasar tempo con él. Pero todo perdía la gracia cuando le hacía alguna insinuación sobre invitar también a Polo o preguntaba por Carla.

Carla. No deseaba pensar en ella. Aunque lo hacía.

El gesto de devolverle su cámara no debería importar mucho. Pero, no fue ella reclamando perdón como había sido antes sino le devolvió un objeto que para él tiene un gran valor sentimental. Podría comprarse muchas cámaras, pero esa fue la primera que le dio su padre.

Con eso era inevitable pensar en que no todo es malo aun cuando parece ser así. Perdió a su madre, pero ahora tenía un padre. Y un futuro. Tenía grandes amigos, pero a la vez estaba obligado a compartir su tiempo con Carla y Polo.

Carla y Polo. Los detestaba y, aunque jamás lo reconocería públicamente ni siquiera a su padre, los quería. Y se sentía tentado de acercarse a ellos. Sin embargo, creía que perdonarlos era avalar el sufrimiento que pasó gracias a ellos. Ya lo habían humillado y darles otra oportunidad era otorgarles otra oportunidad de que vuelan a herirlo.

¿Pero era realmente así?

Polo parecía de verdad arrepentido y dispuesto a acercarse, pero era demasiado tímido como para hacerlo si no veía señales de interés de parte de Samuel. Y quería creerlo también de parte de Carla, pero temía entregarle su corazón y volver a salir lastimado. Era difícil creer que ella realmente amaría a Samuel Benavent cuando se había avergonzado de Samuel García.

Volvían a él las risas de los invitados en esa noche en casa de los marqueses. El rostro burlón de Teo. La indiferencia de Polo. La pasividad de Carla.

Quien te ama no te hace eso. Quien te ama te protege con ferocidad. Quienes de verdad sabían amar eran personas como Cayetana, Nano, Marina, Rebe o su propio padre. Las personas como Polo o Carla no sabían amar.

Seguía con su desayuno esperando que su padre se le uniera. ¿Dónde estaba?

Esperaba que simplemente fueran a algún restorán o que simplemente pasaran ese domingo en casa de forma tranquila. Lo más probable es que su padre le sugiriera ir a ese aburrido club de campo o algo así. Al menos allí había un gimnasio y un lugar para boxear. Podría invitar a Rebe. Lo malo de esos lugares es que estará lleno de la elite de Madrid de la que Samuel es su nuevo juguete. Si Leonardo Benavent es el empresario más rico y poderoso de España, sus hijos tenían parte de ese poder y eso los hacía ser el objetivo de muchos grupos de poder que buscaban beneficiarse del poder y la influencia Benavent. Samuel siempre era el centro de atención en esas reuniones sociales por ser el "nuevo" hijo de Leonardo. Lo cual era ridículo porque Samuel solo era dos meses más joven que Polo, pero para esa gente, él era el nuevo hijo del hombre más rico de España. Tuvo que soportar que hombres aburridos le preguntaran cosas sobre las empresas de sus padres que Samuel no entendía, que mujeres horribles con más Botox que sentido común le coquetearan o que se insinuara que él haría una linda pareja con la hija de tal o cual empresario importante. Afortunadamente su padre no pensaba venderlo a nadie. Era curioso, pero Samuel sospechaba que su padre disfrutaba de mostrarlo como su hijo por orgullo, no por un sentimiento de propiedad. Y la elite era un ambiente donde los chismes volaban como un avión así que un hijo extramatrimonial de Benavent sería un chisme muy jugoso. Sin embargo, a Leonardo no le importaba, él solo quería que todos supieran lo orgulloso que estaba de que Samuel fuese su hijo.

Samuel sonrió. Su vida no era perfecta, pero aun así sabía que era muy afortunado.

Su padre apareció por fin y traía una pequeña caja en sus manos.

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