Capítulo XII

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Le observó quitarse la chaqueta y la gorra azul con las siglas del FBI para dejarlas dentro del patrulla de su compañero, para después sacar la moto del garaje e invitarle a subirse detrás suyo.

Sus manos se sujetaban con fuerza a la tela del sweater amarillo, mientras avanzaban a grandes velocidades en dirección del norte de la ciudad.

Finalmente habían disminuido la velocidad, bajando por una carretera de tierra que llevaba hasta la playa.

Mis ojos observaban el mar a la distancia, no tenía ni idea que existía una playa tan cerca de la ciudad.

- Esto Horacio, me muero de hambre. ¿Dónde podemos comprar algo de comer? - le cuestione.

- Más abajo, en el area de la playa existen unos puestos de comida - continuó descendiendo por el camino hasta llegar a un lote vacío que hacía función de estacionamiento.

Me baje de la moto quitándome en el casco para mirar a mi alrededor.

- Muchas personas vienen aquí, pero hoy está más vacío ya que es día de semana. Además por la hora muchos están en sus trabajos y en los colegios - me guió suavemente tomando mi mano.

Habían algunos puestos de comida, también alquiler de botes, motos acuáticas, petates, sillas y paraguas playeros.

Recorrí los puestos de comida algo indeciso, así que le pedí ayuda a Horacio, asumiendo que él ya había venido en otras ocasiones. Terminamos en un puesto de mariscos. Pidiendo unas papita fritas, con arañitas (calamares chicos fritos con crema tártara) y dos refrescos.

Luego lo vi acercarse a alquilar un paraguas y un petate. Le seguí con la bolsa de comida en la mano hasta finalmente sentarnos en el petate sobre la arena.

Observaba las olas, mientras me dedicaba a comer.  Debido al calor terminé quitándome la camisa tres cuarto que llevaba, para quedarme únicamente con el sweater blanco que llevaba debajo de esta.

- No tenía idea de este sitio, más adelante traeré a Fernanda a la playa - miraba alrededor, mientras continuaba comiendo.

- Cuando vengas, les acompaño y pasamos una buena tarde los tres - asentí sonriendo.

- Me alegro que estes más tranquilo. Ya tú aroma regresó a cómo está siempre. Ese olor dulce, pero no empalagoso que me resulta delicioso - no pude evitar atorarme, mientras mis mejillas se sonrojaban y escuché su risa.

- Me satisface poder ver estas facetas que no le muestras a todo el mundo - sonreí por sus palabras.

- Es un privilegio que muy pocos gozan - en eso le vi levantarse del suelo y le miré un poco confundido.

Se quito el sweater amarillo, quedando su dorso completamente desnudo. No pude dejar de obsérvale, me sentí hipnotizado por lo que veía. Sus músculos fornidos y marcados en su abdomen. Aquel tatuaje de la Virgen en el area de su pecho y ese sexy camino de vellos que bajaba desde su ombligo hasta el borde del pantalón y el cual imaginé que continuaba más allá.

Mi Omega se sentía extasiado por el alfa. Tiene una belleza exótica y distinta que nos resulta atrayente.

Parpadee al notar que Horacio me estaba preguntando si le podía contar lo que había sucedido. Solté un suspiro, la verdad no había visto nada relevante con que ayudarle en su investigación.

- Llámale destino que te quedarás dormido y pasarás más tarde. De solo imaginarme lo que podía haber pasado, si lo hubieras descubierto justo en el momento que atacaba a ese chico. Pensar que te hubiera lastimado para seguir manteniendo su anonimato - tomo mi mano acariciándola.

Olvidando el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora