Capítulo XIV

71 6 0
                                    

La alarma del teléfono empezaba a sonar y vibrar sobre la mesa de noche.  Se removía incómodo en la cama, buscando parar el dichoso aparato con la mano para apagarlo.

Volviendo a acomodar la cabeza sobre el pecho desnudo del alfa que dormía en estos momentos en su cama. 

Sintió que casi no había dormido nada, había amanecido demasiado rápido.  Solo un momento más y escuchó la alarma de nuevo, pues esta sonó otra vez a los cinco minutos.

Abrió los ojos, observando a Horacio quien aún permanecían dormido.  Se acercó a depositar un suave beso en los labios, antes de pararse de la cama.

Su cuerpo estaba algo acalambrado. Se miró en el espejo del baño, observando los chupetones que tenía en el cuello y por otras partes del cuerpo.

Había sido una experiencia única, las caricias de Horacio quedaron grabadas en su cuerpo.

Cuando salió del baño, le encontró ya despierto sentado en la cama, tenía la cresta despeinada y una sonrisa se formó en mi rostro.

- Buenos días - esté lo observó, parándose de inmediato.

- Buenos días, ¿estas bien? - sus brazos me rodearon.

- Si, lo estoy - se separo, tomándome de la barbilla para observarme.

- ¿De verdad?. Creo que anoche fui algo rudo. Aunque se que te gusto, gemías muy a gusto cuando la tenías dentro - lo empuje un poco.

- Joder.....en serio no me acuerdo de eso - me coloqué el pantalón.

- Creo que tengo otro uniforme en el carro. Voy a ir a ver - le vio ponerse el pantalón y las zapatillas.

- Las llaves de la puerta están en la mesa o sino toca el timbre - me dirigí al cuarto de Fer para levantarla.

- Mamma tengo sueño, no quiero ir hoy - se quejó todo el trayecto al baño.

Estaba preparando el desayuno cuando escuché el grito de emoción de Fernanda a ver a Horacio en la casa y lo llevo a su cuarto a enseñarle sus juguetes.

- Horacio me prometio que va a jugar al té y las cartas de memoria conmigo cuando venga de nuevo - le miré a ambos, escuchando como él se lo prometía de nuevo.

No pude evitar reírme y le advertí que se tenía que tomar todos los té que le dieran.

- Mamma, Horacio huele a ti - sabía que eso era porque anoche nuestras feromonas se impregnaron en el cuerpo ajeno.

- Aja, eso es porque anoche Horacio se quedó a dormir aquí - le coloqué el plato con el cereal en la mesa.

- ¿Cómo una pijamada? - le asentí. 

- Yo también quiero jugar a la pijamada mamma.  ¿Puedo llevar mi peluche de zorro? - Horacio se reía tratando de aguantarse y le pegue una patada debajo de la mesa.

- Tienes que pararte temprano para ir a la escuela - se desanimo por mi respuesta.

Mientras peinaba a Fer, él me hizo el favor de levantar mesa y lavar los platos.  Además de que nos llevaría a mi al trabajo y a ella a la escuela.  Normalmente tomaba un taxi a la estación en plaza de cubos y caminaba unas cuadras hasta la escuela. 

Mire sorprendido que al salir de casa, ella también tomó la mano de él.  El rostro de felicidad que ella tenía.  Realmente no sabía cómo sentirme, todas esas pequeñas acciones que estaba haciendo me llenaban de dicha.  Una sensación de calidez y protección me recorría al estar a su lado.  Ya no era solo que le gustaba y tuviera esa belleza exótica que le atraía.  Era algo más, estaba empezando a tener sentimientos muy fuertes por él. 

Olvidando el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora