Capítulo XVII

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El silencio reinó el camino, mire su perfil, sus ojos volvían a estar tristes.  En eso fruncí el ceño, por el reflejo del vidrio noté que su mejilla estaba algo roja.  De frente no se notaba, pero si de perfil y hundí mi dedo con suavidad y se sobresaltó.

- Me di con una caja en el almacén del badulaque.  No es nada - le acaricie con cuidado.

Pagué el taxi dándole las gracias. 

Toqué el timbre de la casa del perro de Gustabo y abrió la puerta recibiéndonos y arrugando su nariz.

- Apestas Horacio - lo golpee con cuidado en el hombro.

- Mamma - Fernanda corrió a saludar a Carlo y este la abrazo acunándola en sus brazos, mientras unas lágrimas silenciosas se deslizaban por sus mejillas.

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Carlo olía tan mal, mi alfa estaba desesperado al sentir aquel aroma tan desolado.  Ver esas lágrimas deslizarse por sus mejillas sin control.  Y la situación fue a peor, la tristeza de él afecto a Fernanda y está también empezó a llorar.

Gustabo se acercó preocupado, colocando la mano en la espalda de ella y Carlo reaccionó de manera brusca gruñéndole.

Todo se había salido de control de un momento para otro.

Greco reaccionó a la amenaza, protegiendo a su omega embarazado y se impuso como alfa.

Mi alfa gruñía como una fiera en mi pecho.  Mis instintos saltaron a flor de piel.  Colocándome delante de Carlo

En estos momentos no era el Director del FBI, era un alfa dominante protegiendo a su pareja y a su cachorra.

Greco alzó las manos - ombe lo siento Horacio, fue instinto - relajó su postura y también relaje la mía

Me giré para observar a mi omega y me acerqué a él para que se tranquilizara, pero no esperé su reacción. Se hizo para atrás observándonos a los tres de manera desconfiada.

Mi alfa estaba angustiado al verlo en ese estado. ¿No entendía porqué estaba así?. Tan asustado. Incluso al grado de pensar que le haríamos daño a su hija.

- ¿Carlo? - le llamé.

- Mamma. ¿Porqué Horacio no se acerca? - él la miró al escuchar sus palabras y sus ojos rojos e hinchados por las lágrimas me observaron.

- Calma Carlo. Aquí estás seguro corazón, ya pasó. Aquí está tú alfa - alzó la vista al escuchar esas palabras e intente nuevamente acercarme.

Solté un suspiro de alivio, en esta ocasión no me rechazo. Mis feromonas empezaron a trabajar rodeándole con mi aroma a pino para tranquilizarlo y que se sintiera seguro y mis manos acariciaban de manera lenta su espalda y sus brazos.

Dejo de sollozar y soltó a Fernanda.

- Lo siento - se disculpo con nosotros.

- Aquí no ha pasado nada, no te disculpes. ¿Estas mas tranquilo? - Greco le cuestionó y Carlo asintió.

- Por cierto estuvimos haciendo a ver la tarea de matemáticas de suma y resta del libro. Pero aún falta de ciencias naturales buscar figuras de los recursos naturales. De artística, de inglés y español ni hemos revisado de que son todavía. Que tiene seis años, ¿cómo pueden dejar tanta tarea? - Gustabo cambio el tema para demostrar que nada había sucedido.

A pesar de notar que ya estaba más tranquilo, me negaba a soltarle.  Mi nariz estaba en su glándula de unión oliéndole, asegurándome que en verdad estaba bien y no volvía a tener ese aroma de desolación que sentí.

Olvidando el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora