Capítulo XXI

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De la noche a la mañana su vida se había convertido en un cumulo de mentiras.  La mitad de sus acciones todas giraban para cubrirlas.

Tal vez lo único bueno que había hecho era mantener a su hija fuera de todo esto.  Era inevitable que Fernanda no notara sus ausencias constantes, los cuidados diarios con una niñera y pedirle que lo ocultara de Horacio  no era una opción que ella pudiera entender.  Por eso decidí inscribirla en un curso de dibujo y pintura después de la escuela.  Así de esa manera ella se mantendría alejada de todo esto y no formaría parte de mis mentiras.  Ya era suficiente conmigo.

De verdad Maia creía que podría mantener a su hermano engañado toda la eternidad sin que esté no sospechará que algo raro estaba pasando a su alrededor.  El no es un tonto como ella quiere creer. Y ese es mi mayor miedo cuando él descubra toda la verdad. El engaño al que lo han sometido y en el que yo inevitablemente estoy participando.

¿Con que cara le miraría después?. ¿Entendería sus razones para participar en todo esto?. Tal vez aún tenía un rayo de esperanza para solucionarlo, pero aún no estaba seguro de sujetarse a aquella cuerda.

Su celular empezó a vibrar en el bolsillo, lo que me hizo detenerme a un lado de la carretera.

- Eyyy Carlo ya vamos en camino. Si llegas primero, saca los materiales - suspire sin decir nada.

Después abrí aquel chat de número privado. Para leerlo nuevamente.

- Sólo tienes una oportunidad más. Sino recibimos ninguna noticia de tú parte neno. Sabremos al final tú decisión - lo leí nuevamente para después bloquear el celular para guardarlo en mi bolsillo.

Volví a poner en marcha la moto que ellos le habían conseguido para que pudiera movilizarse al laboratorio. La brisa pegaba contra el pasamontañas que cubría mi rostro. Volviendo a perderme en mis pensamientos.

Solo llevaba una semana en este negocio y ya se encontraba harto de todos esos gilipollas.  Al único que le guardaba respeto realmente era a Ángel, a todos los demás integrantes no los soportaba para nada en especial al tal Kike.  Además también tenía que aguantar los constantes comentarios desagradables de aquellos alfas a su casta.  Y en especial aquella Alfa rusa, sentía su mirada desagradable puesta sobre mi. Si no fuera por el inhibidor que usaban, estaba seguro de oler su aroma cargado de lujuria y excitación. Era tan desagradable, si pudiera ya les hubiera metido un tiro entre ceja y ceja.

Al menos mañana sería fin de semana y no tendría que verles las caras. La bruja era consciente que cantaría como almeja que atienda su negocio de gilipollas en esos días. Además tampoco tenía que ir al badulaque, pues el turno sería cubierto por Golondrina junto a Valentina la nueva alfa colombiana que había contratado. 

Jamás hubiera imaginado que aquella trabajadora suya ocasionara una discusión con Horacio de manera inconsciente.  Estaba celoso sin justificación.  A parte sin querer asustamos a mi pequeña, nunca nos había visto discutir.  Lo que me llevo a explicarle que el hecho que discutiéramos no significaba que Horacio no me quisiera o que yo no lo quisiera a él.  Lo asocio de inmediato a cuando yo la regaño.

También se suponía que hoy tendría la comida para conocer a los papás de Horacio, pero estos la cancelaron debido a unas vacaciones que programaron así que estarían fuera de la ciudad.  Eso me hacía sentir más relajado, pues me encontraba bastante nervioso de conocerlos.

Tan pronto cumpliera con su encargo de hoy.  Disfrutaría de estos dos días libres. De la piscina junto a su hija, la barbacoa con Horacio y en la noche dormiría en el pecho del alfa después que esté le hiciera el amor.

Disminuí la velocidad, vigilando las personas alrededor, asegurándome que no hubiera ningún guardia por la zona o alguien sospechoso.  Estacione la moto entre la maleza para que no fuera visible y me dispuse a abrir la bodega con cuidado. 

Olvidando el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora