Capítulo XXXV

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Realmente había intentado dormir, pero después de la confesión asquerosa de su padre, el mínimo ruido lo despertaba. Aún el miedo le recorría cada poro de su ser. Se sentía frustrado, no debería estar pasando por esto, sino cómodo en su casa junto a su hija, siendo mimando por su alfa esperando que reventara el globo. No preocupado por si su padre entraba al estar él tan vulnerable y hacerse dueño de su cuerpo en contra de su voluntad.

Observe mi rostro en el espejo, notando las profundas orejas y el cansancio marcado en este. Procedí a ducharme y quede mudo al sentirlo. No era tan palpable aún, pero se estaba empezando a formar su canal de parto. Lo que significaba que en las próximas 72 horas rompería fuente. Apoye la frente contra la pared del baño maldiciendo. No quería dar a luz aquí y menos sin Horacio a su lado.

El miedo y la preocupación le invadían. ¿Quién iba a ayudarle en la labor de parto?. No podía contar con nadie, tendría que hacerlo él.  ¿Si algo salía mal qué sería de su bebé?. No solo eso, tampoco volvería a ver a su Fernanda.

Podía sentir también la intranquilidad de su hijo, debido a las emociones que le estaba transmitiendo. Con cuidado salí de la ducha para empezar a vestirme.

No pude evitar sobresaltarme al escuchar aquellos sonidos en la distancia. Estaba completamente seguro que lo que escuchaba eran disparos. Por un momento la sonrisa cursó su rostro pensando en Horacio o en su hermano Toni, pero y si no era ninguno de ellos dos.

Escuchó el ruido de las llaves en la puerta, por la manera en como estas resonaban en las manos de su captor podía percibir claramente el nerviosismo. Lo que le indicaba que no era su padre.  Aquel aroma a licor se sentía de manera intensa. El alfa que llevaba meses cuidándolo estaba aprensivo y nervioso. Todo en él le indicaba su estado. Sus feromonas no mentían.

Por extraño que parezca, no sintió una pizca de miedo. Al contrario una euforia satisfactoria corría por mi cuerpo en estos momentos. Al percibir aquel aroma. Ya que era el mismo que yo venía sintiendo cada puto día desde que fui secuestrado.

El alfa giro el rostro para observarle, sus ojos color negro azabache se encontraron con los suyos.  Este le observo sorprendido al notar su actitud.  Una risa estruendosa escapó de sus labios.

- De verdad eres una joya en bruto.  Otro estaría asustado de la situación.  En cambio lo que percibo en ti es la completa satisfacción.  No has pensado que tú destino podría ser peor si esos son enemigos de tú padre - ahora el que rio fui yo.

- Tan mal están las cosas.  Han decaído mucho si los subalternos de mi padre se atreven a enfrentarlo.  Hace siete años atrás nadie se atrevería a levantar la mano contra Don Dante Gambino.  ¿Acaso ahora es una mafia llena de gilipollas? - el alfa le miró frunciendo el ceño.

- La mafia Gambino sigue siendo tan poderosa como siempre.  Nadie en su sano juicio se atrevería a desobedecer una orden directa - no pude evitar que una sonrisa cursara mi rostro.

- Merde - fue todo lo que salió de su boca al notar lo que me había dicho.

Ya no tenía ninguna duda de quienes estaban atacando a mi padre.  Sería tan fácil tratar de derribar a su cuidador en estos momentos que estaba tan vulnerable, pero debía ser paciente.  No podía arriesgar a la criatura que tenía dentro.

Ya falta poco cariño.  Pronto saldremos de aquí y acaricie mi vientre.

Me lleve la mano al área del corazón pude sentirlo.  Lo rápido que latía, la furia recorrerme por cada milímetro de mi cuerpo.  La presión arterial aumentaba.  Mi alfa, mi Horacio está en estos momentos cegado por una ira que no puede contener.  Debía conectarse con su alfa, podía sentirlo estaba cerca.  El omega en su interior estaba preparado para soltar aquel chillido para poner en conocimiento a su pareja que estaba ahí.  Sin embargo, eso no sucedió y el aire se me escapó de mis pulmones.

Olvidando el pasadoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora