LIII

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Por la mañana, lo primero que vió Quackity al estirarse y abrir sus ojitos, fue a un Luzu ya vestido, pero acostado a su lado, usando el celular

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Por la mañana, lo primero que vió Quackity al estirarse y abrir sus ojitos, fue a un Luzu ya vestido, pero acostado a su lado, usando el celular.

— Buenos días, lindo— coqueteó el castaño, haciendo que Quackity se ruborizara y sonriera, hasta que vió el celular y lo reconoció, arrebatándolo de las manos de su novio— ¡Quaaacks, vamos! Hace como una semana que no uso el celular, ¿Sabes la abstinencia que tengo?

Ignorando sus palabras, el chico mudo dejó su celular sobre la mesa de luz, se quitó las sábanas de encima para levantarse, pero, para extrañeza del otro, las volvió a colocar sobre su cuerpo, metiéndose de nuevo en la cama.

Luzu frunció el ceño, pero no quiso preguntar nada.

En cambio, fue él quien se levantó, acomodando un poco su ropa, calzando unas pantuflas, dispuesto a ir abajo.

— ¿Vienes a desayunar?— le preguntó, a unos pasos de la puerta.

Notó que Quackity estaba muy ruborizado, al punto que parecía un tomatito, el chico negó.

Luzu notó que estaba incómodo o nervioso, por algo.

Y además, si él no lo obligaba a desayunar, su madre lo haría, así que Quackity nunca se negaría sin alguna razón importante.

Luzu se acercó a la cama de nuevo, sentándose junto a él.

— ¿Que tienes, bebé?— preguntó, dejó unos cuantos besos en el rostro de Quackity, aunque el chico volvió a negar, dando a entender que no quería decir nada al respecto—. Anda, dime— Luzu acarició sus mejillas, sus miradas encontraron—. Sé que te paso algo, puedes decirme.

Quackity suspiró, le hizo una seña para que se levantara, Luzu lo hizo y lo vió levantar las sábanas de nuevo, y le tomó un momento notar que era lo que le incomodaba tanto a su novio.

Luzu río un poco.

— Es sólo una erección matutina, Quacks— dijo, con una sonrisa—. Es normal, no tienes que avergonzarte— Luzu volvió a sentarse a su lado—. Anda, ve al baño, desquitate, y te espero abajo con el desayuno.

Quackity negó, haciendo un mohín.

— ¿No?— Luzu frunció un poco el ceño— ¿No qué?

El mudo suspiró, tomó su celular y escribió en la aplicación de notas.

"Se irá solo. Tengo que esperar un rato".

Luzu leyó varias veces las palabras, una parte de él no podía creerlo.

— Quackity, tú... ¿No te tocas?— preguntó, de la forma más sutil.

Quackity era especial, único y como quieran decirle, pero seguía siendo un adolescente de dieciséis (casi diecisiete) años, ¿Qué persona de su edad no se tocaba?  

Mute ๑ Luckity ①Donde viven las historias. Descúbrelo ahora