XXXIV

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— ¿Todavía no le dijiste lo que sientes?

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— ¿Todavía no le dijiste lo que sientes?

Luzu negó, manteniendo su seriedad, Rubius, por su parte, parecía decepcionado.

— ¿Pero lo has visto?

Luzu asintió.

— El otro día lo ví... Bien, estaba en su casa, era lógico, pero con su madre pensábamos que llegaría más tarde— contó—. Pero me vió, practicando las señas, y cuando quise decir algo se fué... Y yo sólo me congelé, no pude ir— mintió.

Rubius se frotó el rostro, suspirando pesadamente.

— Qué idiota...

— ¿Por qué?— Luzu alzó una ceja— ¿Por no decir mis sentimientos?

— Exactamente— concordó el contrario.

— Oh, vaya, a quién me suena— dijo el castaño con ironía.

Rubius lo miró unos segundos hasta comprender a qué se refería

— Bien, bien... Nunca dije que yo no fuera un idiota, digo, somos amigos, tenemos cosas en común.

Luzu lo miró con el ceño fruncido.

— Idiota empedernido— dijo, y tomó su mochila para levantarse del pasto y caminar hacia la escuela.

— No me dejes hablando solo, Luzu— Rubius apareció luego de correr hasta llegar a su lado.

El castaño lo miró alzando una ceja con indignación.

— Mira, no eres mejor que yo en esto de confesarse, así que no actúes como si yo estuviera haciendo mal las cosas— dijo.

— La gracia de la vida es que tienes que ser mejor que el resto— Luzu sonrío, largó el aire en un corto suspiro—. Yo... Voy a confesarme a Quackity hoy, aquí en la escuela.

Rubius sonrío y aplaudió.

— Al fin demuestras algo de huevos en la vida.

Luzu hizo una mueca de asco ante la expresión.

— Me disgustas— dijo por lo bajo.

— Me disgustas— dijo por lo bajo

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Mute ๑ Luckity ①Donde viven las historias. Descúbrelo ahora