XXXVI

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— ¿Me pediste venir contigo para grabar el momento y así pasarlo en su boda?

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— ¿Me pediste venir contigo para grabar el momento y así pasarlo en su boda?

Luzu miró a Rubius con el ceño fruncido.

— Te pedí que vinieras para darme apoyo moral— dijo el castaño—, y en silencio, por favor.

Rubius a veces no comprendía esa forma de mostrar cariño que tenía Luzu hacia sus amigos, y sólo hacia sus amigos, porque él era testigo de cómo el castaño se ablandaba totalmente con Quackity.

Cuando el reloj marcó las tres y cincuenta y nueve, Luzu le hizo señas a Rubius para que se escondiera, y el castaño se apresuró a cubrirse detrás del telón.

A las cuatro en punto la puerta se abrió, Luzu vió los ojos de Quackity dirigirse hacia él, asintiendo levemente, indicando que todo iba según el plan.

Detrás de el, Vegetta amagó a irse, pero Quackity tomó su mano, tirando de ella para obligarla a avanzar.

Confundido, y más aún cuando Luzu cerró la puerta detrás de sus ruedas, Vegetta miró hacia todos lados, hasta que su mirada cayó sobre las manos que los dos chicos tenían unidas.

— ¿De qué me perdí?

— No voy a ser yo quien se confiese— dijo Luzu, sonriendo de lado.

Apagó las luces para encender el reflector, que apuntaba hacia el pequeño escenario del aula.

— ¡Rubius! ¡Ven y pon los huevos necesarios!

— ¡No soy gallina para poner huevos!

— ¡No me hagas ir a empujarte!— durante unos segundos no tuvo respuesta— ¡Si voy te saco a patadas!

Vió el telon moverse, y no tardó mucho para que Rubius caminara, moviendo las manos de forma nerviosa, hacia el reflector que iluminaba el escenario.

Pareció abrir la boca para decir algo, pero en cuanto cruzó miradas con vegetta se congeló, comenzó a lamer sus labios varias veces, mirando a distintos puntos del suelo.

Quackity codeó a Luzu.

"Tú no estuviste tan nervioso" leyó.

El castaño se encogió de hombros.

— Rubius es raro, más raro que yo.

— ¡Vegetta!

Ambos chicos volvieron a prestar atención a lo que estaba pasando.

Rubius tenía los ojos apretados con fuerza.

— ¡Me gustas! ¡Mucho!

Hubo un silencio incómodo durante varios segundos, hasta que las ruedas de la silla de Vegetta comenzaron a girar, acercándose al escenario.

Rubius abrió los ojos para encontrarse con el chico, y las pequeñas lágrimas en sus mejillas le partieron un poco el corazón.

— Estoy completamente enamorado de tí— murmuró, al punto que sólo Vegetta pudo escucharlo.

El chico en la silla sonrío, mostrando sus adorable dientes, dejando caer unas lágrimas.

Rubius bajó de un salto del escenario, abrazando a Vegetta con firmeza.

Lo había extrañado bastante, llevaban más de dos semanas sin hablarse, sintiendo que una parte de sí faltaba.

— También me gustas, Rubius.

— También me gustas, Rubius

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Mute ๑ Luckity ①Donde viven las historias. Descúbrelo ahora