LXIV

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En algún punto de su búsqueda por la rama más particular, Quackity y Vegetta se habían alejado bastante del grupo, de Lana y de aquel lugar donde se hospedaban, al punto en que los caminos también lo daban a entender, estaban más agrietados y vari...

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En algún punto de su búsqueda por la rama más particular, Quackity y Vegetta se habían alejado bastante del grupo, de Lana y de aquel lugar donde se hospedaban, al punto en que los caminos también lo daban a entender, estaban más agrietados y varias veces, el chico mudo había tenido que apartar unas cuantas ramas u hojas para que Vegetta pudiera avanzar.

A lo lejos, el chico de la silla vió una familiar cabellera castaña, acompañada por Luzu, y un poco más lejos, la chica nueva, Irina y una chica que desconocía.

— ¿Podemos volver?— pidió Vegetta sin ganas.

Quackity tardó un momento, hasta que vió también a aquellas personas, y comprendió la pregunta de Vegetta.

El chico mudo señaló hacia Rubius, y luego hacia su compañero, preguntando qué pasaba.

Vegetta suspiró un poco.

— Estamos...— tardó un momento en buscar la palabra—. No puedo decir que peleamos, pero no estamos bien tampoco... En realidad no sé cómo estamos

Quackity lo miró, pidiendo que siguiera hablando.

Vegetta no quería hablar, pero la mirada de su amigo era insistente.

— Hace poco, descubrí que podía volver a mover los dedos de los pies— dijo, y notó un brillo de emoción en los ojos de Quackity—. Es algo bastante especial, no muy común en gente de mí edad con esta condición, pero se vé que algo de medula espinal pareció regenerarse, o conectarse de nuevo, algo así me explicaron.

>> Por eso comenzé a hacer terapia, de nuevo, en agua, y puedo moverme perfectamente... Rubius me estuvo acompañando.

Vegetta notó la alegría de Quackity en sus ojos, y por un momento quiso detenerse para no romperla.

— Aunque no signifique que pueda volver a caminar. Quizás pueda mover los pies, o la rodilla, pero no caminar de nuevo.

La pena se instaló en los ojos de ambos.

— Hay pocas probabilidades de que pueda volver a caminar, todo debería salir demasiado bien— Vegetta hizo una pausa, por un momento miró su regazo, con impotencia—. No soy de tener suerte.

Quackity tardó un segundo en borrar su pena, hasta que señaló hacia Rubius de nuevo.

— Él quiere que lo intente— dijo Vegetta, bajo—. Quiere que siga con las sesiones, pero son inútiles, son una pérdida de tiempo... Diría que de dinero, pero mí familia no la paga, recibo tratamiento de la misma organización que hace este campamento, pero aún así... Están gastando en mí, soy un caso perdido, prefiero que guarden eso para alguien que... No sé... Necesite una prótesis, unos aparatos para el oído... Es mucho dinero para nada.

Quackity la miró, queriendo decir muchas cosas.

Había dejado su cuaderno dentro de la valija, se habia acostumbrado a usar el celular y la aplicación de notas, así que casi no lo tocaba.

Rebuscó en sus bolsillos, pero le habían quitado el celular para que se concentrarán en conectarse con la naturaleza.

Resopló, aguantando las ganas.

— Deja— pidió Vegetta, sabiendo lo que el chico quería hacer—. No digas nada. ¿Podrías ayudarme a girar? Regresemos.

 ¿Podrías ayudarme a girar? Regresemos

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Mute ๑ Luckity ①Donde viven las historias. Descúbrelo ahora