Sí, eso debe ser

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Nunca he sido bueno haciendo vida social, bueno, tampoco es que realmente me esfuerce en ello. Desde que tengo memoria no me ha interesado conocer a las personas que me rodean a menos que sea necesario. Lo cual nunca suele ser el caso. Quizá la excepción a la regla sean mis compañeros de la ADA, si bien conozco la mayor parte de su información con solo mirarlos, también es verdad que en su mayor parte son amables e interesantes. Me atrevería a decir que son lo más cercanos a amigos.

Desde un principio cuando Poe-kun entró a mi vida no me fue incómoda su compañía. A simple vista se ve sombrío y sí lo es, pero también es introvertido, altamente ansioso y creativo.

Nos conocimos cuando ambos estuvimos en un caso y claramente le gané, lo que para mi fue una victoria más, para él fue un golpe en su vida que lo orilló a desarrollar odio hacia mi durante seis años en los cuales planeó toda una estratégia para asesinarme. No lo logró, pero toda la experiencia fue fabulosa, la narrativa del libro, el ambiente, los personajes y la temática, todo fue exquisito. Fue una señal divina de una persona que había llegado con la capacidad de entretener este cerebro que todo lo sabe.

Al principio de nuestra amistad o tratado de escritor-lector solía venir a la oficina jueves por medio o a veces cada dos semanas con Karl para dejar nuevos manuscritos llenos de misterios y retos para mi. La rutina era simple, se quedaba unos minutos para charlar y se marchaba, eso durante meses.

Sin previo aviso, un día todo cambió de forma lenta y progresiva, Poe-kun comenzó a venir cada jueves y a veces otros días con dulces para mi. En ocasiones hacíamos trabajos juntos y después íbamos por algún café, otras veces la misma ADA le pidió su ayuda, así que pasamos mucho tiempo juntos. Gracias a ese tipo de cosas pude conocerlo mejor y nos volvimos más cercanos cuando comenzamos a tener charlas casuales camino a la agencia o en ocasiones nos desviamos e íbamos a algún café con Karl, que después de tanto tiempo juntos agarró la confianza suficiente para poder sentarse en mi regazo. De esta forma fue que Poe-kun se volvió parte fundamental de mi semana.

Durante las misiones o en el tiempo libre juntos me habló de su vida en EE.UU y de la temática de sus libros que no eran de misterios, también de sus estudios extras ,su familia y conocidos, supe más sobre sus gustos, por ejemplo la música y literatura, si bien es una persona introvertida y ansiosa es todo un mundo para conocer. Le gusta Hamilton y la música de cello, le gusta el café amargo sin azúcar, ama las bibliotecas, que es donde suele esconderse del mundo exterior y ¡oh! dato importante: sabe cocinar. No suele dormir mucho porque se inspira en las noches, a veces ve las estrellas hasta altas horas de la madrugada, a Karl lo considera más su familia que su mascota y no tiene muchos amigos ni gente cercana.

Pude averiguar en un par de segundos esa información usando mi super deducción, pero algo dentro de mi deseaba que el escritor me las contara por propia iniciativa.

Cuando estoy con Poe-kun me lleno de un sentimiento que al principio no sabía con qué nombre denominar. Fue frustrante como en presencia de él mi corazón comenzaba a latir rápido y tan fuerte que me daba miedo que lo pueda escuchar latir en mi pecho, me convierto en un manojo de nervios en su presencia, mis manos sudan y siento ganas de vomitar, me hace sentir inquieto y tremendamente vulnerable todo el tiempo. Es desagradable.

Ayer estaba mirando cómo el palito del reloj se acerca a la hora de llegada de Poe-kun a la oficina, el siempre es muy puntual y mientras lo esperaba pensaba y hacía una nota mental de todos los síntomas que se presentaban con Poe-kun.

Se hacen las seis pm cuando veo una cabeza castaña asomarse por la puerta, el pequeño mapache Karl entra corriendo a mi dirección y se tira sobre mis piernas muy contrario a su dueño que pese a que ha venido otras veces aún se siente nervioso cuando debe entrar.

"R-ranpo-kun, buenas tar-tardes" dice para luego entrar. En sus brazos trae su clásica carpeta morada en donde guarda los manuscritos.

"Poe-kun, ya extrañaba el manuscrito"

"Esper-ro que le guste" susurra con una pequeña sonrisa llena de timidez.

Deja la carpetita en mi escritorio y con sus manos agarra los envoltorios de dulces que hay encima para botarlos en el pequeño tarro de basura que se encuentra a un lado, luego toma una de las sillas para sentarse justo enfrente de mi sacando del bolsillo de su abrigo una bolsita con dulces que deja en mi escritorio.

No estaba leyendo el manuscrito, esa es la verdad, estaba fingiendo que lo hacía por culpa de mi mente que no podía dejar de pensar en el sentimiento abrumador que me causa estár a solas con Poe-kun. El mejor detective del mundo debería poder saber como se llama el sentimiento que se apodera de él ¿No?

"Me-me gusta Ranpo-kun" lo escucho murmurar.

Con esas tres palabras sentí que el aire se escapó de mis pulmones, el mundo dejó de girar para mi. Hasta ese día no sabía que mi corazón podía latir tan rápido, mis manos temblaron y mi estómago se sintió inquieto como si algo cosquillea, sentí mi rostro caliente y mis ojos se nublaron con lágrimas.

Como si fuese la respuesta a todas mis dudas supe exactamente lo que Poe-kun me hace sentir.

"¿Mmh? No siento lo mismo, Poe-kun.

Descubrí que me hace sentir Ansiedad.

Sí, eso debe ser.

Misión: Recuperar su amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora