El bastardo

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Nadie se salva de las desafortunadas consecuencias de las malas decisiones. 

"¿Tenemos algo?" preguntó Yosano entando al pequeño espacio.

"Nada, no ha dicho una palabra desde que llegó"

"¿Sabemos su nombre siquiera?"

"Dice que solo hablará si el detective viene" dijo el policía sentado en una de las sillas acolchadas que se encontraban en ese pequeño cuarto escondido de la vista del atacante, un vidrio gigante les permite mantener vigilado al delincuente de turno sin que este los pueda ver o escuchar.

"No podemos permitir eso, ya trató de asesinarlo una vez y en la oficina ni más ni menos, no sabemos de lo que es capaz de hacer este sujeto" menciona Kunikida con el entrecejo fruncido en muestra de frustración.

"¿Entonces? Entreguen soluciones no solo problemas"

"Podría pasar a interrogarlo yo" dijo Dazai atravesando la puerta que da paso a la pequeña sala donde conversaban "sin embargo, preferiría algo de privacidad con nuestro amigo"

"Dazai..."susurró su compañero de la agencia, Kunikida.

"No haré nada ilegal, lo prometo, solo es para mayor comodidad"

Así, después de unos minutos de discusión entre ellos decidieron otorgar la privacidad que el detective pedía, con la condición de que Yosano se quedase "nunca se sabe" había ducho Dazai. 

(Después de muchas amenazas de muerte y un par de golpes, el hombre comenzó a hablar)

"¡Bien! Pero por favor ya basta, te diré todo lo que quieras saber"

"Tu nombre, ahora"

"Luc"

"Luc y qué más"

"No hay más"

"¿¡Crees que bromeo!?"

"¡Yo tampoco lo hago!"

"Explícate, todo desde el inicio. Si hay algo que no dices lo voy a saber"

"Edogawa Ranpo hizo de mi vida un infierno" gritó con furia mientras con sus manos jalaba de la cadena en sus muñecas que lo mantienen quieto en su silla "Fue hace años cuando ocurrió el caso, las personas de un día a otro comenzaron a desaparecer, ninguna de las víctimas tenía características en común de hecho ni siquiera pertenecían a una misma zona de residencia, tanto hombres, mujeres y niños desaparecían diariamente a veces era una persona en el día y otras veces eran más. Cuando investigaban la escena del crimen no podían sacar ni la más mínima de las conclusiones ¡Era perfecto! Todas las pistas estaban revueltas ¿Puedes imaginar las caras de los policías? Esos pobres cerdos no sabían nada todo era tan fuera de lo común en las escenas del crimen. Todos los medios de información se llenaron del caso, no había persona que no tuviese una teoría sobre lo que estaba pasando, pero nadie lo sabía a ciencia cierta, ni siquiera los policías eran capaces de seguirle el ritmo. Fue por eso que decidieron ofrecer una gran suma de dinero que vendría acompañada con el prestigio a quien pudiese resolver el crimen con fundamentos sólidos. Detectives de todo el mundo se reunieron para encontrar lógica a lo que ocurría, sin embargo, todo aquel que llegaba al país se iba con las manos vacías y la decepción en el bolsillo de su abrigo. ¡Era el crimen perfecto!" relataba con un brillo de admiración en sus ojos maniacos "Fue cuando..."

"Que uno de nosotros diga ser detective privado" comentó un hombre pelirrojo con cigarro en mano, sentado en medio de una sala llena de botellas de licor y empaques de comida chatarra vacíos. En la pequeña sala la luz del sol se filtraba por la persiana que decoraba la ventana que daba vistas al patio trasero de la pequeña casa donde un grupo de hombres estaban en silencio.

Misión: Recuperar su amorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora