¡Carajooooo! ¿Qué hora es? - dijo la rubia despeinada y con los ojos medios rojos.
"riiiiiiiinnnnng" - sonó el timbre.
-Maldición. ¡Ahora qué quieren! - abre la puerta -¡¿si?
-Hime ¿Dónde rayos estabas? ya casi todos llegaron al almuerzo.
-Jiraiya, lo siento. Me quedé dormida. - la rubia regresa corriendo a la habitación y se lava la cara.
-Tranquila Hime, creo que llegaremos a tiempo. - ¿Y si no? - respondió la de ojos avellana mientras corría de un lado a otro peinando su cabello.
-Tsunade cálmate- el hombre la agarró de los hombros y la miró fijamente. - Todo estará bien, yo he venido por ti y no iré sin ti, así tengamos que llegar tarde los dos y escuchar los comentarios de quien sea. Será divertido ver a los consejeros poner cara de trasero.
- s...í, s...í tienes razón.
*pensamiento de Tsunade*
¿Qué rayos me pasa? ¿Por qué me estoy dejando controlar así? ¿qué diablos tienen sus profundos ojos negros que puede controlarme con tan solo una mirada?
¿Estás bien princesa? - preguntó el sannin cogiéndola de los hombros mientras la rubia se miraba al espejo.
-Sí, lo siento, es solo que ando con prisa - La rubia se giró y corrió a ponerse el kimono. Se desvistió rápidamente, sin importarle que el peliblanco estuviese mirándola. - Amárrame el cintillo amarillo mientras me maquillo por favor. - dijo una despreocupada rubia colocándose un poco de rubor en las mejillas.
-¿Qué tan ajustado hime? - preguntó nervioso mientras miraba los grandes pechos de la hokage que gritaban por ser liberados de ese apretado brasier.
-¿Cómo crees que se me verá mejor?, ¿suelto o apretado? -lo miró pícaramente.
-Con tal de que no te estén mirando tanto, lo ajustaré. - le dio un beso en la mejilla haciendo que Tsunade se sonrojara.
La godaime terminó de maquillarse y cogiendo su saco a duras penas, salió corriendo de la habitación.
-Tsuna espera - la coge de la mano.
-¿Qué pasa Baka? ya es tarde.
-Ten - le da una pequeña cajita de color morado.
-¿Qué es esto? - responde la rubia levantando una ceja.
Al abrirla, Tsunade encontró un hermoso par de aretes acompañado de un collar que tenía pequeños dijes y brillos en él - ¡Es hermoso! No tenías por qué molestarte Jiraiya.
-Solo quería que supieras lo mucho que me importas, hime. - la miró con dulzura. - ¿Te lo pongo?
-Por favor... La rubia le devolvió la sonrisa y se volteó dándole la espalda para que este le colocara la delicada joyería.
-Levanta tu cabello hermosa.... Y.... ya quedó. Ahora sí te ves preciosa. No es que no te veas bella siempre, sino que ... este...ay! creo que lo expresé mal. En mi cabeza sonaba mejor... yo.. La rubia lo calló con un tierno beso en los labios y le dijo: Gracias por hacerme sentir única. - esbozó una sonrisa - ¿Nos vamos?
-Sí claro linda, ya es hora. Aceleremos el paso.
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