Yo también te amo

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El peliblanco aún se sentía en un sueño. No podía creer cómo el amor de su vida se había entregado a él después de tantos años de haberlo rechazado.

Él la amaba más que a nadie en el mundo, más que a sus creencias, más que así mismo. Ella se había convertido en su salvación y también en su perdición, pues sabía que si Tsunade decidía que al día siguiente todo seguiría como siempre, él sufriría mucho.

Sin embargo, él estaba dispuesto a disfrutar de aquel momento, sentir cómo las paredes de la intimidad de la rubia, eran cada vez más estrechas al excitarse con cada estocada que le daba, haciendo que cada vez sintiera su cuerpo volar y estar apunto de venirse dentro.

La vista para el peliblanco era maravillosa. Una rubia con hermosas curvas gimiendo su nombre y pidiendo por más, mientras sus enormes pechos rebotaban de arriba a abajo, siguiendo el compás de sus penetraciones.

-Jira, me vengoooo!! - gritó la hokage, mientras agarraba la cabellera blanca de su hombre, haciendo que este se acercase a sus pechos y comenzara a lamer sus pezones. -Vente hermosa, mójame todo. - decía mientras moría el seno derecho de la sannin. -Yo también estoy por venirme, hime.

-Vente dentro - gritó Tsunade con desesperación, haciendo que el alto se reincorporara para penetrarla con más fuerza y rapidez, mientras cogía sus senos para darse impulso.

- Ya mi amoor! pídeme que me venga! - gritó excitado. - vente dentro Jira, lléname de ti! - respondió una ardiente y sonrojada Tsunade.

Jamás pensó que podría estar así con él. Con ese niño que a cada rato le pedía a gritos tener una cita y que se hizo más y más fuerte solo para que ella se diera cuenta de que él la merecía.

El peliblanco cogió con fuerza las piernas de la rubia, acercándola más a él, haciendo que su miembro ingresara más profundo. - Ahhhh- gimió el sannin moviéndose cada vez más lento al estar derramando todo su líquido en la intimidad de su amada. 

Jiraiya cayó cansado sobre un lado de la cama, protegiendo con sus brazos el cuerpo desnudo de la rubia. - Te amo hime. Eres lo mejor que me ha pasado. - le da un beso en la cien.

Y yo a ti, baka. - Se escuchó a penas en un leve susurro, haciendo que la rubia cayera en un profundo sueño, acostada en brazos del hombre que siempre la amó.




Dejemos el pasado atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora