Un juego

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Ya era casi hora de almorzar, por lo que Tsunade decidió buscar a Jiraiya a la oficina para llevarlo a comer ramen.

La rubia se vistió muy sensual, dejando al descubierto gran parte de sus pechos. Se sentía como toda una adolescente en busca de su primer amor y a pesar de que ya tenía su edad, no dejaba de sentirse nerviosa y algo ansiosa por ver a su hombre.

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Mientras tanto, Jiraiya se encontraba firmando diversos documentos como reglas y permisos para que los ninjas pudiesen cubrir misiones, hasta que un peliplata ingresó de pronto a su oficina.

- hmm, pensativo ¿Qué sucede? - dijo el del sharingan

- Kakashi, ¡qué sorpresa! - resopló el peliblanco.

- No tanta como el verte deprimido, querido amigo. - respondió.

- jajaja, no ando deprimido, solo estoy tratando de organizar mis ideas.

- Su llegada cambió tus planes, ¿cierto? - se cruzó de brazos.

- Que de pronto aparezca el amor de tu vida, quien creíste que estaba muerta, con quien pensabas pasar el resto de tus días, te cambia absolutamente todo. No puedo dejar de pensar en ella, ni en todo lo que se nos viene. 

- ¿Qué te puedo decir? En definitiva las cosas no van a ser nada fáciles, pero eso ya dependerá de qué tan fuerte sea su amor por ti. Además, creo que no tienes ningún derecho a reclamo o a enojo. Ella decidirá al final. A menos que...

-A menos que nada - interrumpió el sannin - ella no permitirá que eso suceda. O me pongo los pantalones y mando todo esto a la mierda o la pierdo. 

- Bueno, creo que está más que claro. Suerte con eso. Tal vez vaya a ...

- Hola - se asoma una cabellera rubia por la puerta principal - ¿interrumpo?  

- Hey Tsuna, no no tranquila, pasa por favor - Jiraiya se levanta de su silla y va a recibirla

- Lady Tsunade, cómo está?, justo estaba por irme, nos vemos luego. 

- Claro Kakashi, cuidate.

Jiraiya se acercó a mí, mostrando su superioridad, me tomó de la cintura y me pegó a su pecho, sellando aquel momento con un tierno pero profundo beso

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Jiraiya se acercó a mí, mostrando su superioridad, me tomó de la cintura y me pegó a su pecho, sellando aquel momento con un tierno pero profundo beso. Solo él sabe sacarme de este mundo con su calidez, con sus labios carnosos sobre los míos, con sus grandes manos sobre mi trasero apretándolo al compás de nuestras lenguas. Uff, no hay forma de que me canse de esto jamás.

- ¿me extrañaste? porque yo no he dejado de pensar en ti, mi bonita. 

- Claro que te he extrañado, baka - respondí - ¿listo para ir a almorzar? Muero por un ramen de cerdo y algo de pechuga de pollo. 

Dejemos el pasado atrásDonde viven las historias. Descúbrelo ahora