Truncamiento

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Jugamos con fuego. Nos creímos invencibles. Lo tocamos, lo mordimos e incluso lo tragamos. Nos miramos al espejo y nos reímos de la soledad.

Creímos que el circo duraría para siempre. Creímos que estaríamos toda la vida colgando de ese trapecio sin más aspiración que nuestra propia compañía.

Hablamos del futuro como si nunca fuese a llegar y nos tragamos una a una las cartas que nos iban a hacer ganar la partida.

Jugamos con fuego. Quemamos las mariposas y nunca vamos a saber qué tan alto podrían volar.

Creímos que lo nuestro no conocía reglas ni límites. Que estábamos fuera de cualquier tipo de orden mundial. Pero la ley de gravedad nos alcanzó y la realidad nos estrelló contra el pavimento rasgado.

Nos estamos mirando frente a frente cubiertos de sangre. Vulnerables, pero aún resguardando secretos con la poca tela que quedó en pie.

Nos aferramos al orgullo. Nos da igual lo que pase después. Esto no fue, y no va a ser nunca.

Las partículas quemadas de posibilidad gritan ausentes en el espacio sideral, pero nos hacemos los sordos. Estamos rotos. Nos quebramos el alma en mil pedazos, y aún así nos atrevemos a cuestionar los hechos.

Estás cinco pasos delante de cada emoción, y ya no puedo vivir resignándome a que decidas mi destino.

Eras mi hogar, pero te volviste mi sombra. Eras mi refugio, pero te volviste mi pesadilla.

Poesía surrealista del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora