Juguete

13 1 0
                                    

Llevo varios días viendo el techo. Está sucio y viejo. Nada se mueve.

Estoy acostada de espaldas, con un par de piezas rotas y mis ojos plásticos intentado soltar alguna lagrima que libere la angustia atrapada en mi pecho.

Fantaseo todo el tiempo con tus manos apareciendo y tomándome, por fin. Es lo único que deseo. Lo único en lo que pienso.

Ni siquiera voy a pestañear, no quiero perderme ni un segundo. Cada vez que desvié la mirada, el efecto mariposa te arrebató de mi vista sin piedad.

Estoy quieta, en pausa, esperando algún movimiento tuyo.

Deseo que aparezcan tus manos en ese gran hueco, pero también tengo miedo. Sé exactamente lo que va a pasar después.

Es un ciclo interminable y un bucle infinito. 

Aún si saliera de aquí, volverías a desecharme en cuanto te aburras, u otra cosa llame tu atención.

Al fin y al cabo no soy más que tu juguete, y es tu sonrisa la maldición que me obliga a resignarme ante tan lamentable hecho.

Poesía surrealista del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora