Pared

35 2 0
                                    

El ladrillo está reseco y lleno de polvo. Ya conozco de memoria cada grieta y rastro de barniz de esta pared vieja y obsoleta.

Estás del otro lado, como siempre, y lo sé porque oigo tu voz contándome mil cosas sin parar. Del otro lado. Siempre.

Empiezo a cuestionarme la razón de haber vuelto después de 20 meses caminando. Quizás siempre estuve andando en círculos, con el objetivo inconsciente de terminar de vuelta frente a esta pared.

Tu fantasma idealizado volvió a mis sueños más veces de las que quiero admitir, pero es que esos 20 meses no fueron suficientes para borrar cada remanente de tu paso por mi vida.

Quizás ni mi vida entera sea suficiente ahora.

Ya encontré suficientes clavos en ese maldito sendero. Pareciera que estoy llena de imanes, pero ya no me interesa recolectar más. Nadie es vos.

Disfruto cada palabra porque sé que tarde o temprano vas a dar media vuelta y te vas a ir por quinta vez sin siquiera despedirte. Voy a quedarme hablando sola con la misma lagrimita de siempre.

Me pregunto si debería trepar la pared y abrazarte hasta que todos tus miedos se esfumen. Me pregunto si estaría dispuesta a pasarme la vida intentando esfumarlos.

Te quedás ahí, gritas mi nombre desde el otro lado para saber que estoy y me sacás conversación aún cuando no hay de qué hablar, pero no puedo verte.

Estoy cansada de saberme la pared de memoria. Ya no quiero imaginar tu cara en estos malditos ladrillos, quiero verte a vos.

En un último intento desesperado trepo la pared y te invito a sentarte a mi lado.

Intento disimular cuánto me duele no poder darte la paz que te mereces, esa paz que no vas a poder tener hasta que no la encuentres en vos mismo.

Nos quedamos mirando el horizonte en silencio por primera vez en mucho tiempo.

Cada vez que volteo a mirarte una nueva espinita se suma a mi todo de dolor. Tus sonrisa bonita y tus gestos de nene pícaro. Tus rulos morochos y tus dientes separados.

¿Cómo se supone que te voy a soltar si te quiero de esta forma?

Hacemos de cuenta que ese atardecer va a ser eterno porque sabemos muy bien que en cuanto caiga la noche cada uno seguirá su camino y tendremos que aceptar que esta pared ya no es suficiente.

Que nos empeñaramos en ello no la hizo suficiente jamás.

Poesía surrealista del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora