Anonimato

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Mis dedos destilando fuego se acercan a los papeles y combustionan hoja por hoja cada átomo.

Algunos días mi habitación se incendia hasta el techo y podría entender que todos sean capaces de percibir el humo impregnado en mi anatomía.

La huella de cenizas es inconfundible pero nadie llega a contemplar el milagro de las llamas.

Temo mostrarlas, así me lo hayan pedido.

Son las llamas más bonitas del mundo y creo en ellas, pero

¿Qué tal si no lo son?

Si no fueran más que llamas mediocres mi vida entera se resumiría a una mentira.

No hay línea del tiempo en que mis dedos no prendan fuego cada papel que se atraviese. No existen papeles en blanco.

El deseo de mostrar mis llamas al mundo se vuelve certeza con cada bocanada de humo.

Sería egoísta esconder mi contribución de arte dentro de estas cuatro paredes, siendo que este fuego tiene la posibilidad de esparcirse y quemar otros dormitorios...

... y alimentar el fuego de otros fuegos.

Poesía surrealista del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora