Friendzone

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Me das cada día el privilegio de poner los pies en tu cerebro. Habito ahí. Me siento nativa.

Aún así la bandera sigue en mis manos. No he querido plantarla.

Bañarme en los volcanes fue glorioso, y las flores de neón, un espectáculo, pero sigo con la bandera en mi poder.

Conocí las cuevas y las llené de color. Me bañé en los lagos de purpurina y construí un bote para llegar hasta el horizonte.

Seguir las puestas de sol azules fue el premio, y valió la pena.

Cuando temí que la purpurina me ahogara, me mandaste un cometa que me llevó a los palacios de jengibre y abejas.

Eres mi hogar, mi seguridad, la cabañita donde hasta mis inseguridades se sienten a salvo. Quién me ama aún cuando soy oscuridad.

Me aterra siquiera pensar en tener que alejarme. Soy adicta. Voy a empezar a pagar renta, para no tener que irme jamás.

Estoy asustada. Me encantan los pasillos, pero no tanto la torre. De todas formas, al final del día eso debería darme igual ¿no?

Eres la única persona que me importa que se quede en mis laberintos. La única a quién realmente me importa mantener ahí.

Me asusta pasarme el resto de mi vida comparando a cualquiera contigo.

No te quiero pero eres el amor de mi vida.

No me atraes sexualmente pero me casaría con tu cerebro.

No hay nadie a quien yo busque sorprender más que a ti.

Me siento egoísta, pero no puedo vivir sin ti.

¿Y entonces qué?

Poesía surrealista del siglo XXIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora