Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 9

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La luz de la mañana me saluda desde el otro lado de la habitación, el ruido de los vehículos sumado al bullicio de la gente al pasar, poco a poco arrastrándome a la fuerza fuera del mundo de los sueños.

Mis ojos pesados no parecían ser capaces de abrirse, mis músculos rogando por retomar mi descanso y dormir al menos unas horas más.

A pesar de que no ha sido la noche más intensa que he vivido, el desgaste emocional realmente atacó con fuerza y terminó por agotar hasta la última de mis energías.

Mi cabeza jamás había dado tantas vueltas, y por supuesto que el factor sorpresa fue uno de los principales influyentes dentro de mi desorden sentimental.

Cuando ingresé al bar ayer por la noche, realmente creí que sería una visita más.

Un poco de charla amigable, un buen trago para beber, y dos horas y media de apreciación al hermoso hombre del otro lado de la barra.

Por supuesto aunque así lo he deseado desde hace mucho tiempo atrás, la idea de SeokJin aceptando mi oferta ni siquiera se había pasado por mi mente.

Cuando de sus labios la pregunta escapó, todo mi cuerpo se congeló cómo respuesta, sintiendo mi alrededor detenerse mientras mi pequeño cerebro corría despavorido dentro de mi cabeza buscando alguna manera de escapar de ella.

El cortocircuito dentro de mi fue real, y aunque creo hice un excelente trabajo ocultandolo, la verdad es que me tomó al menos media hora entender que lo que acababa de pasar, no era ningún invento de mi imaginación.

SeokJin había dicho que sí.

A partir de ahí, otro escandaloso escenario se montó dentro de mí, una fiesta alocada celebrándose mientras por fuera, mi boca no dejara de transmitir una estúpida historia sobre una lonchera de unicornio que un compañero de trabajo había traído hoy para su almuerzo.

Las horas pasaron más lento de lo que quería pero más rápido de lo que hubiese deseado, e incluso si no había logrado aún recomponerme del todo, decidí que debíamos hablar al respecto.

Fue difícil, y definitivamente no recibí el tipo de respuestas que me hubiese gustado oír, pero tomando en cuenta el claro estado de nerviosismo del castaño, preferí no seguir presionando y averiguar todo lo que pudiese más tarde en el hotel.

Su rostro sonrojado es una de las cosas más hermosas que he tenido el placer de observar, aunque en lo personal, me habría encantado ver una actitud más relajada de su parte.

Sus manos temblaban con insistencia alrededor del trapo que siempre cargaba con él, y para mí no había pasado desapercibida la clara distracción que SeokJin sufría, tomando y devolviendo varias veces a su lugar botellas de alcohol que el cliente jamás había solicitado.

La mente del castaño parecía estar muchísimo peor que la mía, por ello, dejando de lado mis propias preocupaciones, me encargué de mantener un ambiente de calma el máximo tiempo posible.

Todo resultó excelente hasta que la hora de partir había llegado.

Para ese entonces, mis nervios eran casi inexistentes y ahora reemplazados por la emoción que durante meses resguardé dentro de mí.

Lo había logrado.

Y ese sentimiento de victoria mantenía sobre mi rostro una sonrisa que con mucho esfuerzo intentaba ocultar.

Montando mi motocicleta, el viaje se dió en un pestañeo, ambos descendiendo de la misma apenas unos minutos más tarde para hacer ingreso al hotel.

HyeJin nos había recibido muy cordialmente, su ceja alzandose ligeramente cuando SeokJin volteó hacia otro lado, una parte de ella comprendiendo que el apuesto castaño no era nada más ni nada menos que el famoso hombre que mantenía a su amigo con absitencia de sexo.

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