愛 Temptation ᯇ ﹙ jjk ₊ ksj ﹚ 🕷🕸

Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ 7

Mi mente está nublada.

Mi cerebro no es capaz de procesar lo que está sucediendo, y mi cuerpo a duras penas es capaz de controlarse por sí solo.

Siento unas manos recorrer mi cuerpo con desespero, unos labios voluptuosos besar mi cuello y una voz femenina que a ratos suelta suspiros de placer.

Mis ojos finalmente enfocan la habitación del hotel, y por primera vez desde mi partida del bar, siento mi consciencia regresar a mí.

¿Qué estoy haciendo?

Es la primera pregunta que ronda mi cabeza cuando siento como mis prendas comienzan a desaparecer.

¿Por qué lo estoy haciendo?

Es la interrogante que reemplaza la anterior duda, mi cerebro descontrolado en busca de la tan deseada respuesta.

¿Cómo acabé aquí?

Es mi próxima duda, acabando ésta igual que todas las anteriores, sin respuesta.

No, no estoy borracho.

Y dudo estar bajo el consumo de una sustancia alucinógena o similar.

Simplemente no soy capaz de comprender por qué de pronto decidí tomar acciones tan drásticas y sin pensar.

Una extraña sensación de frustración se había apropiado rápidamente de mí, y ante la más mínima oportunidad no había dudado en tomarla y sacar de una vez por todas esta horrible sensación de abstinencia que la falta de sexo había provocado en mí los últimos dos meses.

¿Me arrepentía de mi decisión?

Por supuesto que sí.

En estos momentos yo debería estar riendo y disfrutando junto al castaño de encantadores ojos, no reprochandome internamente cada vez que las manos contrarias rozaban mi piel.

En mi defensa, todo había pasado demasiado rápido.

Desde que SeokJin había decidido aparecerse de sopresa por mi trabajo sólo para entregarme un poco de comida sin razón aparente, las cosas se habían descontrolado dentro de mí.

La sensación que sentí cuando mis ojos encontraron los suyos al otro lado de la construcción es algo difícil de explicar.

Mi mente había quedado en blanco, y todo mi ser parecía embobado por su presencia en el lugar.

Tan atractivo como siempre, con una sonrisa amplia sobre su rostro, un cabello alborotado y sedoso, y una mirada que no fallaba nunca en quitarme en aliento.

Su visita fue totalmente inesperada, y aunque intenté ocultar mi emoción y sopresa al verlo, no estoy seguro de haberlo hecho del todo bien.

Todo continuó con normalidad, sin embargo, por una razón que desconozco, de pronto sentí que era demasiado.

Ver sus ojos observarme fijamente y con ternura, sus manos entregando un pequeño obsequio simplemente porque él así lo quiso, el gesto de venir a visitarme.

Los mensajes al despertar y nuestra despedida antes de ir a dormir, el conocer mutuamente nuestros gustos y comentar animadamente de ellos cada vez que tuviéramos la oportunidad.

La confianza mutua, los secretos compartidos, la comodidad que sentíamos en nuestra presencia.

Por primera vez fui consciente de lo cercanos que nos estábamos volviendo, y aquello me asustó.

¿En qué momento había ocurrido?

¿En qué momento todo escaló hasta llegar aquí?

¿En qué momento un intento de llevar al hombre a la cama se había transformado en una relación cercana y amistosa?