Capítulo 31

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¿Han oído alguna vez aquella frase "el tiempo es relativo"?

Muchas personas creen que la expresión carece de sentido alguno, después de todo, el tiempo siempre sigue su curso y jamás se deja variar ante ninguna situación.

Sin embargo, esto va más allá de la ciencia y los diferentes procedimientos de investigación que se han esmerado en demostrar la realidad en la que vivimos, porque más allá del real flujo del tiempo, hablamos de la percepción que cada uno tiene respecto a él.

¿O es que acaso jamás han sentido durante sus años escolares que la maestra de matemáticas no parece callar jamás?

Yo sí que lo hacía, y aún recuerdo cómo mis amigos y yo observabamos el reloj mural con atención, queriendo comprobar que la manecilla se movía como debía para asegurarnos que, contrario a lo que creíamos, el tiempo seguía corriendo.

Y así como podíamos percibir que el tiempo se detenía y el día pareciera no tener final, teníamos una percepción completamente opuesta si de otras situaciones se trataba.

¿No les sucedió alguna vez que al jugar en el parque con sus amigos al momento en que su madre llamaba para comenzar el regreso a casa sentían que apenas tenían cinco minutos de haber llegado al lugar?

Incluso cuando el sol comenzaba a desaparecer y los cinco minutos finales que les pedíamos a nuestros padres se transformaban en diez y en veinte, jamás parecía ser suficiente.

Bien, se podría decir que después de mucho tiempo, aquella percepción volvió a apoderarse de mi mente.

Porque no importaba las horas que pudiese compartir junto a SeokJin ni lo regular que se habían vuelto sus visitas, jamás era suficiente.

Mi pecho no podía evitar presionar cada vez que debía despedir su rostro del otro lado de la barra, y mi mente no era capaz de ignorar el hecho de que el tiempo restante para volver a verlo sería agonizante incluso si se trataba de sólo un par de horas.

Y a su vez, no podía creer que ya llevábamos más de un mes y medio con nuestra rutina.

Nuestra primera cita había sido el propulsor para el rumbo en que nuestra relación comenzó a desarrollarse, logrando que lo que en un inicio fue una gran inseguridad para nosotros dos, se transformara en una posibilidad real de lograr concretar nuestro cariño.

Excepto claro, que toda la libertad que pudimos disfrutar durante dos días completos en la seguridad de mi departamento, desapareció tan pronto una nueva mañana nos recibió en mi habitación.

Una realidad que exitosamente habíamos logrado olvidas durante dos días completos, creando un pequeño mundo para nosotros que, en contra de nuestra voluntad, nos habían arrebatado una vez más.

Aún recuerdo la exacta expresión en el rostro de Jin cuando Nam llamó a mi teléfono celular asegurando que aunque nadie así lo quisiera, hoy debía volver a casa.

Según nos pudo informar, YoonGi había entrado en una especie de desesperación al no tener noticias seguras del castaño, y si bien tanto Nam como Taehyung le aseguraron que SeokJin se encontraba en perfectas condiciones junto a su mejor amigo, la situación no podía extenderse durante mucho tiempo más si queríamos que las cosas salieran a nuestro favor.

Entonces con mi corazón en mi mano, lo despedí en la puerta de mi hogar, oyendo los sollozos lastimeros del pequeño Bam que al igual que su dueño, lamentaban la prematura despedida del hombre.

Pero entonces SeokJin sonrió, y besándonos a ambos, con una mirada fija nos prometió volver a nuestro encuentro tan pronto como le fuera posible.

Nam se había encargado de llevarlo a casa de YoonGi, y agradecido, me encontré recibiendo actualizaciones a cada minuto por parte del hombre de hermosos hoyuelos.

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