36. Amistad... Divino Tesoro

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La visita exprés de mi madre y Elena se ha terminado. Podría mentir y decir que no lo he agradecido, pero me lo he pasado demasiado bien liberando ciertas tensiones que seguían clavadas como dagas. Ahora toca centrarme en los exámenes y en esos tres días de vacaciones extras nada más empezar el curso... El director no sabe que realmente me ha hecho un favor.

Acabo de terminar el examen de Didáctica y estoy sentada al sol, con mis cascos a todo volumen, repasando el temario para el siguiente examen. Me gusta el clima de aquí, en Madrid no sería posible estar en enero en la calle como si realmente no estuvieras en invierno... En cambio, puedo estar con un abrigo, en la calle y sin tiritar. Podría acostumbrarme. Suena la canción de Better Than Revange de Taylor Swift y yo no puedo evitar seguir el ritmo con la cabeza, importándome un comino que un grupo de chicas pasen mirándome como si estuviera loca, cosa que deberían haber comprobado por el vídeo que ya me ha quitado Tik Tok de mi cuenta pero que se hizo tan viral que ahora me sigue gente de otros países. En fin. No paro de tararear la canción según leo mis apuntes de Psicología del Desarrollo por cuarta vez desde que he abierto los ojos. Lena y Aless me han reclamado para que repasara con ellos, pero sé que me van a desconcentrar y necesito sacar este examen sea como sea. No puede ser que tenga un no-novio estudiante de psicología y catee la única asignatura relacionada con el tema. Aunque, para qué mentir... El demonio y yo somos más de anatomía que de otra cosa.

–¿Álex? –Una voz dulce se cuela entre el sonido de mis cascos. Me quito uno de mis airpods y me atraganto al ver a Ágata. Hacia tiempo que no la veía. Puede ser que me estuviera evitando. Yo lo hubiera hecho. No estoy enfadada con ella, al final a mí no me debía nada y ella sólo estaba ayudando a su amigo... Pero después de todo, seguro que se siente mal.

–Ágata.

Ella agacha la cabeza y se hace rulos en el pelo rubio como el sol con su dedo índice.

–Llevaba tiempo sin verte... Me alegro de hacerlo. Creo que te debo una disculpa. –Susurra casi tan bajito que lo escucho de milagro. Me termino por quitar los cascos y paro las música. Taylor tendrá que esperar.

–Todos hicimos cosas que no deberíamos haber hecho. Está todo bien.

–Eres buena chica... No quiero tener problemas contigo... Solo quería ayudar a un amigo que ya no sabía que más hacer. Estaba tan atascado que vi esa oportunidad y pensé que era buena idea. Lo siento.

–Ágata, no te preocupes; yo hubiera hecho lo mismo. O algo peor porque nunca se me pasa nada bueno por la cabeza. Aunque ya lo sabrás. –Le hago un gesto con la mano para restar importancia y ella se ríe. Le ofrezco mi mano. –¿Tregua?

–Siempre.

Su sonrisa se ensancha y yo le dedico una igual. Al final guardar rencor, no es sano y si he sido capaz de perdonar al diablo por todo lo que me ha hecho, lo suyo ni siquiera tiene importancia. Ni siquiera guardo rencor a Eric después del daño que me hizo. O los traumas. Simplemente ha pasado a ser una persona indiferente para mí a la que no quiero tener en mi vida y si queréis mi consejo, de esta manera, se vive mucho más tranquila.

Me levanto al ver que la hora del examen se acerca y le pido a Ágata que me acompañe hasta el aulario.

–¿Y tú qué hubieras hecho? Me has generado la necesidad de saberlo. –Me pregunta con curiosidad.

–¿Yo? Posiblemente le hubiera encerrado en una habitación sin luz y sin comida hasta que hubiera aceptado ser mi novio. O le hubiera ignorado toda mi vida porque expresar mis sentimientos nunca es una opción.

–Oh. –Frunce un poco el ceño. –Me lo apunto para la próxima.

–No, no lo hagas... Quiérete un poco.

SI TE ATREVES  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora