Ya ha pasado una semana desde que se hizo viral el vídeo y la gente sigue cuchicheando según paso, eso de que el tiempo todo lo cura, en este caso, no es real. Es cierto que me he acostumbrado a la fama y a ser el centro de atención y la verdad que no está tan mal. Aless y Lena con los que paso la mayor parte del tiempo, también han empezado a acostumbrarse a que nos miren. Son buena gente. A veces incluso les vacilo diciendo que el próximo vídeo que se filtre de mí será utilizando un satisfyer. Sé que se quedan cortados; todavía no entienden bien mi sentido del humor pero no me preocupa, se acostumbrarán. Todos lo hacen.
Hoy ha sido un día intenso, lleno de teoría de lo más aburrida y cuando llego a casa (después de sacarles el dedo a dos chicas que se han puesto a cuchichear sobre mí y el demonio en el bus), lo primero que hago es tirarme en el sofá.
Riley también está en el salón, pero ella se encuentra sentada en el pequeño y roto sillón. Está con un libro, pero aún así sé que me mira de reojo. Es bastante silenciosa y no muy sociable pero en cierto modo me gusta que esté; así no me siento sola. Ruby se pasa horas insanas en la universidad y muchas veces llega a las tantas y tan cansada que ni siquiera tiene ganas de hablar, lo que podría ser investigado por la ciencia dado a su rareza en ese espécimen.
–Riley. –La llamo cerrando los ojos y echándome a lo largo del sofá para acomodarme. Tengo que conseguir que me preste atención y deje el libro.
–Dime, Álex.
–No quiero ser demasiado intrusiva pero... ¿Qué haces cuando estás a solas en tu habitación?
–What?
–Sí... Ya sabes. Llevo días que no dejo de preguntármelo.
–Pues suelo leer, hablar con mi familia por teléfono o escuchar música, ¿por qué te lo preguntas?
–Hay que conocer a la gente con quien vives; nunca se sabe.
Pestañea un par de veces pero vuelve a su libro, ignorándome por completo. Me aburro. No puedo más. Me tumbo con la cabeza hacia abajo y con las piernas en el respaldo, intentando buscar algún tipo de entretenimiento. Quizás podría cortarme las uñas de los pies.
–¿Sales alguna vez de fiesta?
–¿Me vas a seguir haciendo preguntas toda la tarde? –Pregunta dejando su libro sobre la mesa sabiendo que no le voy a dejar en paz. No la conozco demasiado pero sé que ese tono no era de reproche, sino que era una pregunta de verdad.
–Necesito desconectar de mi vida un rato, así que supongo que... Sí.
–Pues sí salgo de fiesta pero no es lo que más disfruto. Yo prefiero leer hasta quedarme dormida.
–Los ingleses sois muy raros,.
–No tiene que ver nada con nosotros; mi mellizo Derek es todo lo contrario. Tiene que ver conmigo. Creo que soy yo la rara.
Esa respuesta me hace sonreír, aunque estoy segura que no era su intención. Pongo la mano en el fuego y no me quemo al decir que la ironía y el sarcasmo no es que sean sus puntos fuertes.
–¿Y te gusta divertirte? –Pregunto incorporándome corriendo y mirándola con tal sonrisa que ella arruga la cara. Se me acaba de ocurrir lo que va a matar de un tiro mi aburrimiento.
–No me gusta lo que está pasando por tu cabeza y no sé lo que es.
–Te va a gustar.
Riley no deja de coger una cruz de oro que lleva colgada del cuello y murmura algo para ella misma cerrando los ojos con fuerza.
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SI TE ATREVES [EDITANDO]
Roman pour AdolescentsEn el primer año de Universidad siempre esperar vivir la experiencia completa: fiestas, alcohol y... Chicos. O, al menos, ese es el objetivo de Álex. Lo que no entraba en sus planes era hacerse famosa por un estúpido vídeo que se hace viral en las r...