20. El Perro Y El Gato

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Mi móvil no ha parado de vibrar, puede que tenga unos 500 mensajes de Ruby y Angy deseosas de un poco de información sobre mi cita con Miki. En cuanto hemos entrado en el bar, he respondido de la mejor manera que podía hacer: una foto con cara de completo asco.

El universo puede ser muy cruel y el destino, todavía más, ¿qué necesidad tenía de encontrarme con el demonio? ¿Acaso no tengo suficiente ya de que sea el mejor amigo de mi hermano?

Ágata se me acerca y yo escondo corriendo el móvil, no necesito que vea mi cara de sufrimiento, ella no se lo merece. Con cierta gracia, se quita un mechón que le bailotea por la cara y se lo mete detrás de la oreja dedicándome una amplia sonrisa.

–No había tenido tiempo de decírtelo pero... Muchas gracias, Álex. No sé cómo lo has hecho pero... Gracias.

No me deja tiempo para responderle porque se levanta directa hacia Moisés al que da un beso en su mejilla poniéndose de puntillas y no porque ella sea bajita sino porque Moisés mide 1,85. Después se va a la barra a por algo que tomar. Me siento como en una película, como si estuviera viendo una escena donde los protagonistas son Moisés y Ágata y yo soy solo una simple espectadora a la que se le ha formado un nudo en el estómago y no entiende por qué.

–Espero que escojas el Atleti. –Dice Miki sentándose a mi lado y consiguiendo que salga del trance en el que había entrado.

–Siempre rojiblanca, pero he de decirte que el futbolín no es mi punto fuerte, así que yo mejor me quedo de portera. Y si de vez en cuando se me escapa la barra y doy a Moisés... Bueno, eso puede que sea aposta.

–Me encanta tu humor tan ácido.

Como antes ha hecho Ágata, Miki deja un beso en mi mejilla y se acerca a la barra con ella.

–Sí... "Humor".

Miro a Lucifer. Está sentando al lado del futbolín. Se ha puesto de gala para su cita: lleva una chaqueta estilo bomber negra a juego con sus pantalones y una camiseta blanca con pequeños estampados en negro. He de decir que tiene estilo aunque si alguien me lo pregunta, lo negaré rotundamente. Decido acercarme a él. Puede que en el fondo me divierta molestarle y lo primero que sale por mi boca es...

–Así que Ágata...

–Sí.

Me muerdo el moflete por dentro y le miro. Él ni siquiera me presta atención, está absorto en la pantalla de su teléfono.

–Es buena chica.

–Lo sé.

–La cosa es que... Me suena bastante, como si la conociera de antes. Y no hablo de la fiesta de Halloween...

–Tiene una cara común.

–¿Y yo? ¿Tengo una cara común?

Moisés me mira frunciendo el ceño, sin entender nada. Creo que yo tampoco sé muy bien por qué he dicho eso, ha sido un impulso que no he podido controlar. Vuelvo a morderme el moflete y miro hacia otro lado, como si la partida de dardos que están jugando los de al lado fuese la cosa más interesante que he visto en mi vida.

–¿A dónde quieres llegar exactamente? No te entiendo.

En ese instante, llegan Miki y Ágata y nos ponen a cada uno un botellín en la mano.

–No hace falta que lo hagas. –Respondo levantando el botellín. Cojo una moneda que tengo en mi bolsillo y la meto en la máquina. Una bola sale y la ponemos en el medio. Moisés y yo estamos uno enfrente del otro.

–Os vamos a machacar. –Dice Miki cogiendo los controles.

–Os dejaremos ganar... Bastante tienes con aguantar a Álex.

SI TE ATREVES  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora