29. Si Te Atreves

652 63 25
                                        

Odio el WhatsApp. Odio sin duda alguna la mensajería instantánea y diréis... ¿Y a ti ahora qué te ha dado? Pues veréis...

Como todo ser humano, una tiene sus necesidades y me ha escapado al baño a hacer pis. Podría haber dicho mear, pero no, a hacer pis, que suena mejor. Y cuando estaba mirándome en el espejo una vez terminado, he sentido como mi móvil vibraba dos veces. Una ha sido por un mensaje de Angy preguntado que qué cara había puesto Moisés al verme y cómo iba la cena. La pobre tiene que estar aburridísima porque le tocaba cenar con sus abuelos paternos que, a día de hoy, no tienen ni papa de español ni ella papa de alemán, lo que quiere decir que se pasan intentando averiguar lo que dice cada uno durante toda la cena.

Y el otro mensaje, os lo podéis imaginar, ¿verdad? El otro mensaje era del demonio... Del mismísimo demonio.

Moisés: No creas que no me he fijado en ti... Y debo admitir que sigues siendo una mocosa, pero eso no me quita las ganas de ti. Solo si te atreves. Yo ya lo hago.

No. No me atrevo. Todavía sigo luchando contra el duelo llamado "Que Moisés me haga temblar las piernas solo con un mensaje de WhatsApp".

Y aquí estoy. Encerrada en el baño y sin saber con qué cara salir. He pensado en sonreír mucho pero eso podría derivar en tener una cara de psicópata de manual. Luego he pensado en salir, guiñarle un ojo para que sepa que he leído su mensaje pero sería demasiado atrevido por mi parte y no me pega demasiado esa personalidad... Y por último, he pensado en salir corriendo y sentarme, mirando a mi plato para que nadie sospeche nada. Y esa es la opción que he decidido tomar.

Me coloco el pantalón que es más corto de lo que parecía en un principio y salgo corriendo del baño con la mala suerte de que mi hermano venía a cambiar el agua al canario también y me he chocado de bruces contra él.

–¿Se puede saber qué te pasa? –Pregunta sujetándome por los hombros para que no me venza hacia atrás. Lo miro unos segundos y valoro la posibilidad de pedirle opinión porque si hay alguien que me conozca bien, ese es él pero...

–¿Qué me va a pasar? Ni que no estuviera en un momento de mi vida en el que tengo todo clarísimo y las cosas me van de lujo.

Voy a alejarme pero Noah me coge del brazo y me mete en la cocina, cerrando la puerta. Sé que a él no le puedo mentir porque me conoce tanto que me pillaría cada estúpida mentira que saliese de mi boca.

–Explícame qué es lo que pasa ahora mismo por tu cabeza.

Me muerdo el labio, sin temer a que desaparezca la pintura porque este pintalabios es permanente de los de verdad y miro hacia otro lado cruzándome de brazos.

–Que... No sé cómo actuar. No sé qué hacer. Me siento perdida.

–¿Respecto a Moisés? –Asiento y termino por mirarle. Noah me coge del brazo de nuevo y me sienta en una de esas banquetas que tienen en la cocina junto una barra americana. –Haz lo que te salga en cada momento, ¿qué te apetece ahora? ¿Qué es lo que sientes?

–Pues... No sé, ¿se puede querer y odiar a una persona al mismo tiempo?

La carcajada que suelta mi hermano se tiene que haber escuchado en el salón seguramente pero a mí no me hace gracia porque es así como me siento.

–Con vosotros me lo creo. Ya sabes lo que dicen, del amor al odio solo hay un paso.

–Entre nosotros es algo constante, ni siquiera hay un paso y si lo hay, es de hormiga.

Sé que se tiene que aguantar la risa de nuevo mordiéndose los labios para que no piense que se está riendo de mí. En parte lo entiendo, desde fuera tiene que ser muy divertido ver esta situación.

SI TE ATREVES  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora