8. Yo Siempre Gano

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Podría ser humilde y decir que las consecutivas victorias a los tres juegos de mesa no me han hecho sentir bien y que lo importante es pasar un buen rato pero... No ha sido así. Estoy DISFRUTANDO de darle una paliza a estos tres pringaos a juegos de mesa.

He de admitir que también lo estoy pasando bien por compartir tiempo con Noah, al que echaba de menos. Y no es que no le haya visto, sino que hacía tiempo que no teníamos un rato que no fuese en unas vacaciones familiares o en una fiesta. Por eso, cada día estoy más convencida de que tomé la decisión correcta al venir a estudiar a esta Universidad; puedo volver a sentirle cerca y no a través de una pantalla como estos últimos tres años.

–¿Alguna vez pierdes a algo? –Pregunta Ruby poniendo su ficha roja del parchís en casa después de que me la haya comido.

–No. –Contestamos los tres al unísono.

–Si quedas segunda jugando Álex, te puedes dar con un canto en los dientes. –Dice Noah rodando los ojos. –Uno así aprende a tener buen perder.

–Al beer pong perdimos. –Recalca Ruby orgullosa y sacándome la lengua.

–Porque eso ya implica tener puntería. Es distinto. Como los deportes.

–Y porque estaba distraída.

–Pensando en Miki. –Se ríe Moisés entre dientes y tirando el dado.

–No te pongas celoso. –Me defiende Ruby con una sonrisa ladina y guiñándole un ojo al susodicho. –Así no vas a conseguir que se fije en ti.

–Ese es mi objetivo.

–Vete con el cuento a quien quiera creérselo, porque yo te puedo asegurar que no me trago ni una palabra. –La sonrisa que le dedica antes de revolverle el poco pelo que tiene, me demuestra que está más loca de lo que pensaba. Ella se levanta y se coloca el vaquero. –¿Nos vamos, Álex?

–¿Y estropear la paz y tranquilidad que está disfrutando Riley? ¡Claro!

Me levanto y ayudo a Moisés a recoger el tablero del parchís. Se ha quedado callado tras el corte, lo que no suele ser habitual en él. Eso quiere decir que ha escocido y me siento un tanto orgullosa. De reojo, me dijo en mi hermano que no aparta la vista de Ruby. Se está aguantando la risa por el corte que le ha soltado al demonio pero la mirada que tiene es otra completamente distinta. Por eso, le doy una colleja.

–¡Habla con mamá! ¡Que está muy pesada llamándome todos los días y como tú no se lo coges, no deja de preguntarme por ti! ¡Mal hijo! –A pesar de echarle la bronca, después me agacho y le dejo un beso en la mejilla como despedida. Tengo que despedirme del diablo (por educación) y lo único que sale es fingir una sonrisa y ladear la cabeza.–Ojalá este sea nuestro adiós definitivo, pero como sé que la vida no me va a conceder semejante placer: nos vemos.

–Para dejar de verme, tendrás que dejar de soñar conmigo

Lo que más molesta no son sus palabras. No. Lo que me molesta es que me lance un beso y ponga esa sonrisa de diablo tan habitual en él. Ruby nota que me tenso y antes que le salte al cuello, me coge del brazo para arrastrarme hasta la puerta de la casa. 



–¡Adiós, chicos! ¡Ha sido horroroso ver como Álex nos mete una paliza! ¡Nos vemos!

Ella pega un portazo y la miro aguantándome la risa. Cojo su mano entrelazando nuestros dedos y mientras bajamos en el ascensor, apoyo mi cabeza en su hombro.

–La paliza verbal que le has pegado al demonio... ¡Guau! ¡Ha sido increíble! Le has dejado K.O de un solo golpe.

–La próxima vez se lo pensará dos veces antes de abrir la boca.

SI TE ATREVES  [EDITANDO]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora