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CALLEJÓN

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CALLEJÓN

Cuatro personas llegan ocultas con capas al barrio de artesanos.

HOMBRE — (Olfatea ruidosamente). Cómo huele a mochuelo...

MUCHACHA — Pues os juro que yo no huelo nada...

HOMBRE — ¡Me refiero al hijo del joyero! Ese pobre infeliz no debe tener idea de qué hace con su vida... Dicen que es más atolondrado que un zagal en celo...

MUJER 1 — Es una buena forma de empezar el día...

MUCHACHA — ¿Asaltaremos a un pobre huérfano?

MUJER 2 — Huérfano de padre... Ya pasaron dos días desde que el viejo estiró la pata; ya se les habrá pasado un poco la tristeza...

Se aproximan a un callejón.

Un ruido que se origina en el fondo de este pone al grupo alerta.

MUCHACHA — ¿Es una persona?

MUJER 1 — (Sacando un cuchillo). Quédate atrás...

El hombre se asoma el primero.

Hay una pila enorme de cajas, barriles y basura. DARÍA hurga en ella, en busca de comida.

MUJER 1 — Ah, Cielos... Pobrecilla mujer...

DARÍA — ¡Eh, no! ¡¿Cuál pobrecilla?! Uno se encuentra cosas en buen estado por aquí... A las personas les encanta desperdiciar...

Los cuatro se le quedan viendo mientras saca de una caja un pedazo de pan.

DARÍA — ¡¿Ya lo ven?!





DARÍA — ¡¿Ya lo ven?!

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CASA DEL JOYERO

DARÍA camina junto al cuarteto.

HOMBRE — Tienes una pinta extraña... Supongo que no perteneces al pueblo de los colonos...

DARÍA — Nací en Lisboa. Ni siquiera estoy aquí por gusto; los hispanos esos me capturaron cerca del embarcadero, cuando asaltaba una de sus embarcaciones...

MUCHACHA — ¡Una ladrona de los mares!

DARÍA — ¡Efectivamente! Las largas travesías... las aventuras llenas de peligros y emociones fuertes... las olas del mar sacudiendo tu barco... No hay nada mejor que vivir así, viajando por lugares impensables, sin responsabilidades o pertenencias...

MUJER 2 — ¿Dónde está tu tripulación, bandida de los mares? Los piratas suelen reclutar grandes grupos de marineros...

DARÍA — Ojalá lo supiera... ¡Espero que buscándome! Llevo semanas ocultándome en las calles del pueblo, esperando a que alguien llegue por mí...

MUJER 1 — (Mirando al frente). Ya llegarán... No pierdas la esperanza... (Pausa). Ahí está nuestra víctima...

El joven joyero conversa afuera de su casa con el HERRERO.

DARÍA — ...Ese pobre niño... (Comiéndose el pan). Yo maté a su padre...

Se hace el silencio un largo momento.

MUJER 2 — ¿Cómo?

DARÍA — Le dio un ataque al corazón cuando me vio en su ventana, robándole la comida... ¡Pero qué hombre tan cagado, ¿no creen?!

El HERRERO se aleja y los asaltantes se preparan.

El HOMBRE le da la señal a la MUCHACHA para que esta comience la acción.

Su cuerpo menudo de adolescente se mueve como un colibrí de esquina a esquina.

El JOYERO abre la puerta, pero antes de poder entrar, sus pies se separan repentinamente del suelo, volando hacia atrás, haciéndole caer de boca contra la piedra.

El joven no tiene tiempo de reaccionar antes de que una mano sobre su boca ahoge sus quejidos.

A pesar de la ligereza de su cuerpo, la MUCHACHA le somete con bastante facilidad.

MUJER 2 — (Camina hacia el joven). Haremos esto rápido y sencillo...

El HOMBRE se acerca a la casa. Un as metálico roza su cabeza, noqueándolo.

Las mujeres se percatan de lo sucedido; es EMMETT quien les enfrenta, armado con una cuchilla.

MUJER 1 — Qué valiente...

La MUJER se le arroja desde atrás, pero el muchacho la esquiva.

Aquella logra darle una patada, tirándole al suelo. EMMETT reacciona rápidamente y rueda, volviendo a esquivarla. La MUJER no hace mucho esfuerzo en hacerle algún daño.

El chico logra desarmarla. Antes de poder recoger el cuchillo, la segunda mujer se le viene encima, derribándolo.

EMMETT lucha por zafarse, pero parece que le tiene contra las cuerdas.

MUJER 2 — Eres un niño héroe, ¿no? Estuvo bien... Fue un buen intento...

Haciéndose de todas sus fuerzas, aquel le propina un cabezazo y logra quitársela.

La primera mujer vuleve a atacarle. EMMETT recibe un puñetazo, cayendo de espaldas. Desde esa posición, logra acomodarle una patada en el estómago, dejándole sentida, y le remata con un golpe con el mango de la cuchilla.

DARÍA — (Maravillada). ¡Whoa!

La MUCHACHA corre hacia DARÍA, jalándola de un brazo para que le siga.

Jorge JugleteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora