CAPÍTULO I

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SENDERO OSCURO

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SENDERO OSCURO

Pasa un ostentoso carruaje entre los árboles, siguiendo el camino de tierra. Sus ruedas rechinan y saltan con las piedras.

Viajan en su interior cuatro personas.

ARTURO — Eres un verriondo, pero reconozco que esa audacia tuya es de admirar. No cualquiera insulta al Rey en sus narices...

TROVADOR — (Temeroso). No sé qué es lo que he hecho para ofenderle de esa manera...

ARTURO — Haz memoria...

TROVADOR — (Muy nervioso). Por favor, Su Majestad... Os lo ruego... No lo entiendo... ¿Alguna de mis recitaciones os ha resultado desagradable? Jamás fue mi intención...

ARTURO chasquea sus dedos.

El carruaje acelera, desviándose bruscamente del camino.

El TROVADOR es arrojado de la carroza en marcha por un barranco.

ARTURO — ...Lástima... Era bueno con el laúd... Qué desperdicio de músico...

CORTESANO — ¿Quiere que le encontremos uno nuevo?

ARTURO — (Acariciándose la barbilla). Tal vez tenga algo en mente...






DÍAS DESPUÉS




HOGAR DE JORGE DAVID Y ALREDEDORES

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HOGAR DE JORGE DAVID Y ALREDEDORES

Un hombre se viste junto a su cama. Se arregla el cabello frente al espejo, peinándolo detrás de las orejas, se quita un resto de comida de entre los dientes y sale de la casa.

Cruzando la calle hay varios puestos de comida y diversos artículos.

VECINO — ¡Hey! ¡Jorgito!

JORGE DAVID — ¡Lucio, ¿qué tal andas?! ¿Cómo está tu mujer?

VECINO — ¡No empieces con eso, sinvergüenza!

JORGE se ríe y sigue caminando.

VENDEDORA — ¿Más de lo de siempre?

JORGE DAVID — Claro. (Hace una pausa). Hablo de la fruta...

VENDEDORA — También yo, inútil... Toma.

JORGE DAVID — ¿El precio de siempre?

VENDEDORA — Pues sí.

JORGE DAVID — Por la fruta, digo...

VENDEDORA — ¡Para con eso ya, hombre!

JORGE DAVID — Sí, disculpa... Ten...

VENDEDORA — ...Bien... Ahora lárgate...

JORGE DAVID — ...¿Te veré esta noche?

VENDEDORA — ...Ya no sé si me apetece...

JORGE DAVID — (Silencio, sonriendo). Nos vemos allí...

JORGE se retira y avanza por la calle.

Al final del camino lo intercepta un carruaje.

CORTESANO — El Rey requiere tus servicios el día de hoy.

JORGE DAVID — ...¿Hoy, justo? Tenía pensado... Bueno, da igual. Dígale que estoy yendo, ya. Solo tengo que cambiarme...

CORTESANO — Así estás bien. Vamos, sube ya... que te quiere allí cuanto antes.

JORGE DAVID — (Resoplando). Bueno... pues ya qué...

El hombre sube y el carruaje se pone en marcha, atravesando la misma calle.

Jorge JugleteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora