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CALLES DE LA CIUDAD Y ENTRADA AL CASTILLO

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CALLES DE LA CIUDAD Y ENTRADA AL CASTILLO

El cielo del amanecer se oscurece con enormes nubarrones.

Empieza a caer la lluvia.

Solo una persona se atreve a andar por las calles bajo la tormenta.

Se protege como puede del agua helada con una capa marrón ancha y baja la cabeza, procurando no perder el ritmo.

Su cuerpo se encorva y titubea por el cansancio, pero sigue caminando.

Sus pies se arrastran ruidosamente por el lodo del camino; es un largo e inclinado sendero en medio del campo abierto.

Más adelante se vislumbran las torres construidas a la entrada del castillo. Ya casi está ahí.

Casi derrumbándose sobre la tierra, la persona se acerca a uno de los guardias.

GUARDIA — No, señora, no está aquí. Salió hace un par de horas. Si le urge verle, puede esperar a la salida de la ciudad. Aunque es casi seguro que tarde unas cuantas horas más en volver...









 Aunque es casi seguro que tarde unas cuantas horas más en volver

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HOGAR DE LA VECINA Y SALIDA DE LA CIUDAD

ESTEBAN toca a la puerta de la mujer que vio a JORGE DAVID con el cadáver.

Esta abre apenas la puerta, asomándose; le observa de los pies a la cabeza y, luego de unos segundos, le deja entrar.

ESTEBAN — Me está diciendo que no lo vio asesinándolo...

VECINA — Lo vi arrastrando el cuerpo... ¿Qué más quiere?

ESTEBAN — ...Entiendo la impresión que debió dejar ver a David... cargando un cuerpo... Entiendo totalmente la acusación... pero necesito hallar al verdadero asesino... Necesito pruebas... Sé que Davi jamás haría algo como eso... (Pausa). Podrá... ser un despilfarrador, y un alcohólico... y un desgraciado... pero nunca un asesino... (Titubeando). No puede... No hay pruebas...

VECINA — No sé qué más decirle, Señor... Es cierto. Ya le dije que no le vi matarlo, solo cuando el pobre ya estaba muerto y lo arrastraba lejos de su casa... Ya verá qué hace usted con eso...

ESTEBAN — (Frustrado). De acuerdo... Gracias...

ESTEBAN se retira de la casa; monta su caballo y sigue el camino en dirección opuesta al hogar de JORGE DAVID.

El hombre se quita el cabello mojado de los ojos y acelera. Va saliendo de la ciudad.

Se alcanza a ver un bulto más adelante, junto al camino.

Estando unos metros más cerca puede apreciar que el bulto es una persona sentada.

ESTEBAN — ...Santa Madre de Dios...

Ahora baja del caballo y corre hacia ella; hacia la mujer de la capa marrón.

ESTEBAN — ¡¿MELISSA?! ¡MELISSA!

MELISSA — (Se pone de pie, exhausta). ¡Esteban! ¡Gracias al Señor!

ESTEBAN — (Sujetándola). ¿Qué haces en la isla?

MELISSA — Cuando volví a la ciudad, supe de tu partida por la noticia de tu hermano... Esteban... (Recupera el aliento). Los Zanetti mataron a Jordi...

ESTEBAN — (Abrumado). No... ¿Cómo...? Mi Dios... Jordi...

Jorge JugleteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora