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BURDEL

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BURDEL

GWENDOLYN llega a su trabajo como cada noche. En el instante en el que entra, los hombres comienzan a mirarla e intentar tener su atención.

HOMBRE — Cincuenta culliones... ¿Es suficiente?

GWENDOLYN — ...Más vale que seas bueno...

La chica toma el dinero y se lleva al sujeto al fondo del local.

DAVID entra y aguarda junto a la barra. Una de las mujeres se le acerca y extiende su mano, esperando su pago.

JORGE DAVID — (Pagándole). Cincuenta, como habíamos dicho...

MUJER — Bien. Vamos.

Esta le acompaña a una de las habitaciones, donde se encierran.

Allí, JORGE le enseña el mapa que IRENE les había vendido a él y LUIS.

JORGE DAVID — Es sólo hasta la isla. Un par de días de viaje...

MUJER — ...Sí; podría convencerle de que os lleve... Pero esta vez tendrás que pagarle bien... No la miseria que le diste en aquella ocasión...

JORGE DAVID — ¡Hombre, claro! ¡Tú despreocúpate por eso!

MUJER — Davi... Te conoce... ¡Y yo también! Lo digo en serio...

JORGE DAVID — ...Sí, lo sé...

MUJER — Lo que no sé yo es si estará dispuesto a meterse en otra de esas aventuras por sólo un par de pasajeros...

JORGE DAVID — ¡Virginia, vamos! ¡Sabes que puedo reunir una tripulación completa en menos de un día! ¿Con quién te crees que hablas?

VIRGINIA — Gente que pague su parte, David... Que tampoco va a aceptar morosos en su barco...

JORGE DAVID — ...Hecho.





CASA DEL HERRERO

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CASA DEL HERRERO

IRENE toca a la puerta.

HERRERO — ¡Señorita de la Garza! ¡Buen día!

IRENE — Lamento aparecerme a estas horas; es que ando apurada...

HERRERO — No se preocupe. Entre. ¡Pase, que él ya está trabajando por allá!

EMMETT abre la puerta del almacén y deja entrar a la muchacha.

IRENE — Entonces también trabajas con...

EMMETT — (Desenfunda una daga). Armas de todo tipo.

IRENE — ...Fantástico. Necesito una docena.

EMMETT — ¿Una docena?

IRENE — Dagas, cuchillos, espadas... entre otras que tengo para afilar.

EMMETT — ...No hay problema. Te las puedo entregar de tres en tres, para no llamar la atención... ¿Tienes cómo pagar un encargo tan grande?

IRENE — Eso ya lo tengo resuelto. Tengo suficiente. ¡Ah! Y necesito todo, a más tardar, para dentro de cuatro días...

EMMETT — ¡Pues mira qué fácil! ¡Una entrega por día! ¿Algo más?

IRENE — ...Sí... ¿Don Aníbal sabe que eres una... mujer?

EMMETT — ¡SHH! ¡¿Cómo crees?!

IRENE — ¡Es que es tan obvio...! ¡Ese hombre está bien cegato!

EMMETT — ¡SHHH!

Jorge JugleteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora