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ESTABLOS

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ESTABLOS

El cochero del carruaje del Rey alimenta a los caballos.

Sale de los establos y le apresan repentinamente dos guardias.

COCHERO — ¡¿QUÉ HACÉIS?! ¡BESTIAS! ¡DEJADME!


COCHERO — ¡¿QUÉ HACÉIS?! ¡BESTIAS! ¡DEJADME!

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CALABOZO

El COCHERO es arrojado por los guardias a una celda.

COCHERO — (Aterrado, titubeante). Oiga... Le juro, Don Armando... Le juro que no sé qué ocurrió... El muchacho se alejó...

ARMANDO — No me trago los cuentos del Rey... Eso de que fue a echar un meo cerca de un barranco... no se lo cree ni un pasmarote... Mi muchacho no tenía que estar en esa carroza...

COCHERO — ...¡Soy solo el cochero! ¡Nadie me explica nada! ¡Yo solo obedezco a Su Majestad!

DARÍA — Es claro que sabe todo... pero no va a abrir la boca... Yo que vos le empezaría a rebanar los dedos, para ver si se le suelta la lengua...

ARMANDO — ¡Cierra ya esa boca, mujeracha crapulosa! A los malvividos de tu clase no les tengo más cariño que a los cubridores como este de aquí... Últimamente me tienes hasta los cojones... Bocazas que eres...

DARÍA — Si el Rey ha despachado a vuestro retoño, entonces ya tenemos un enemigo en común... Solo pensad bien en ello...

ARMANDO vuelve a mirar al COCHERO.

ARMANDO — A este le quiero vivo. Necesitaré su testimonio. (A Daría). Tú y yo, Malaventura... puede que nos acabemos entendiendo...

DARÍA — ...Cuando quiera... No tengo nada mejor que hacer que platicar con mi carcelero de nuestras desgracias...

COCHERO — (Se arrastra hasta los barrotes). Oiga, por favor... No...

ARMANDO — (Lo empuja con el pie). Estás encubriendo un crimen, hombre. El lugar de un cómplice es un calabozo oscuro. Este es tu lugar, hasta que decidas hablar.






 Este es tu lugar, hasta que decidas hablar

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ENTRADA AL CASTILLO

El carruaje se acerca al palacio. JORGE DAVID y el CORTESANO van mirando hacia afuera; un grupo de personas vestidas de luto se reúnen a un lado del camino.

JORGE DAVID — ¿Qué hace esta gente aquí?

CORTESANO — Son amigos y familiares del trovador de la Corte. Están... llorando su muerte.

JORGE DAVID — ...No sabía ni que esta Corte tuviera trovador...

CORTESANO — Si estuvieses más pendiente de tus funciones, quizás lo sabrías...

Jorge JugleteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora