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AFUERAS DE LA CIUDAD

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AFUERAS DE LA CIUDAD

DARÍA y ULBIO ocultan a los rehenes en un callejón mientras RIVA vigila, esperando el regreso de las otras dos.

RENATO — ...¿Qué les hace pensar que no gritaremos por ayuda?

DARÍA — Quiero ver que lo intentes.

RENATO — (Silencio). ¡AYUDAAAA!

DARÍA — (Tapándole la boca). ¡Muy bien, muy bien, BASTA! ¡¿Por qué no los matamos de una buena vez?!

ULBIO — Apoyo la idea. (Incómodo). No me gusta nada la forma en la que la vieja esta me está tocando...

LUCRE — ¡Vieja tu Santa madre!

RIVA — ¡Shhh!

Aprovechando la distracción, y la mano que DARÍA le ha soltado por descuido al taparle la boca, RENATO logra alcanzar una piedra junto a él y golpearle en la cara, liberándose.

ULBIO — ¡MIERDA!

DARÍA se le vuelve a lanzar, pero a aquel no le cuesta nada arrojarle al suelo de un codazo.

Pero es rápidamente sometido por RIVA, que lo empuja contra la pared, colocándole el filo de su cuchillo junto a la garganta.

RAJÍK — (Corriendo, desesperada). ¡NO! ¡ESPERAD! ¡NO LE HAGÁIS NADA!

RIVA mira a la joven que se acerca desde el otro extremo de la calle, confundida.

De nuevo, RENATO aprovecha el momento. Consigue doblarle el brazo a la mujer, alejándose del arma, y soltarse para salir corriendo.

Nadie hace mayor esfuerzo para atraparle.

LUCRE — ...Em... ¿Qué pasará conmigo?

ULBIO — (Pausa, soltándola). Ya me da igual.

LUCRE se levanta con algo de lentitud y corre hacia la ciudad, detrás de RENATO.

DARÍA sigue en el suelo, sujetándose la frente.

RIVA — ¡Oye, ¿qué demonios fue eso?!

RAJÍK — ...Creo que asaltamos a mi hermano...

RIVA y ULBIO la miran, algo soprendidos y ahora con compasión.

RAJÍK — (Mirando a Daría). ¿Está bien?

ULBIO — ...No lo parece...














No lo parece

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PLAZA

El carruaje real se detiene frente a la plaza, colmada de cuidadanos.

JORGE DAVID y LUIS se colocan frente a la multitud sobre sus caballos, listos para anunciar al Rey.

ARTURO — ...¿Qué hace ahora? Por Dios, dime que no se le ha olvidado el maldito añafil...

LUIS mira de reojo a JORGE, esperando a ver qué hará.

Manteniendo una cara seria, pretende sostener un añafil invisible en sus manos, llevándoselas a la boca; entonces toma aire, y...

JORGE DAVID — (Imitando el sonido del instrumento). ¡ARTURI-TURI-TURI-TUROOOOO!

La gente calla unos instantes; luego aclaman a vivas voces —o abuchean; es difícil saberlo—.

ARTURO casi se sale del carruaje, asomando medio cuerpo por la ventana para increpar a JORGE.

ARTURO — ¡¿Qué coño ha sido eso, eh?!

JORGE — ¡Con vosotros, el Rey! ¡Ea! ¡Un aplauso para el cumpleañero!

LUIS — ...Nos han jodido...

ARTURO — (Baja del carruaje). Bueno, bueno, bueno... (Dirigiéndose a la multitud). ¡Ya sabéis que cada año este día disfruto de compartir con todos vosotros el gozo de un año más desde mi nacimiento! ¡Y qué mejor manera de compartir esa alegría que con juegos y pruebas de destreza! ¡Vosotros os divertís jugándoos la cabeza con tiros de ballesta y justas emocionantes, mientras yo me entretengo viendo sus combates y derrotas humillantes! ¡Es perfecto! ¡Hala! ¡Declaro inaugurados los juegos de este año! (A sus guardias). Llevadme ya al palco...

Jorge JugleteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora