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PAULA

La semana inició terrible porque mi mente seguía dispersa; parecía que justo en el peor momento Pedri había decidido meterse en mi vida porque la semana que viene comenzaba los exámenes y sentía que iba a morir ahí mismo.

El lunes tuve una sola clase lo cual agradecí, porque todo el día estuve con mi familia que había venido de visita aprovechando que Matteo oficialmente se había mudado a Barcelona y ya habían anunciado públicamente su fichaje.

La visita me sirvió bastante para distraerme y quitarme un poco el estrés del fin de semana, aunque ellos no sabían nada de lo que había estado pasando y tampoco lo harían porque lo último que quería era que estuviesen preocupados por mí.

Matteo había comprado con ayuda de mis padres una casa modernísima (por no decir mansión) en una zona exclusiva de Barcelona, era increíble pensar que ese pedazo de casa era solamente para él. Tenía 4 habitaciones, una cochera enorme, baños por doquier y mil cosas más que ni siquiera podía enlistar.

— Paula.- la voz de mi padre me trajo de vuelta mientras mi mirada se perdía en los enormes ventanales con la preciosa vista.

— Dime.

— ¿Está todo bien?.- dijo.

— Claro.- no era mentira, sólo estaba un tanto perdida en mi propio mundo.

— Anda ven.- me envolvió en sus brazos mientras ambos mirábamos el atardecer que pintaba el cielo.- Esta también es tu casa.

— ¿Qué?.- dije mirando hacia arriba para buscar algún signo de broma en su rostro pero no, no había nada.- ¿Qué hay del piso?

— Ya he hablado con el dueño y te mudas mañana aquí.- dijo mi padre tranquilo.- Ya que trabajáis dónde mismo pues que mejor que estéis juntos ¿Qué opinas?

— Papá...

— Es vuestro regalo.- dijo sonriéndome.- Que más quisiesemos tu madre y yo estar aquí, pero sabes que el trabajo no nos lo permite por ahora.

No llevaba ni un mes en mi piso y ya lo iba a dejar. No me molestaba, al contrario, la casa de mi hermano (y mía, al parecer) era preciosa y me había encantado en cuanto entramos.

— Gracias.- lo abracé fuerte.- No merezco todo lo que haces por mí.

— Claro que sí.- dijo abrazándome más fuerte.- Eso y más, princesa.

— Venga, a cenar.- Dijo mi madre sonriendo y asomándose hacia el salón en dónde estábamos.

——————

Era martes y la casa estaba ya amueblada y preparada gracias a que mis padres siempre eran muy precavidos y prácticamente Matteo y yo ahora estábamos viviendo oficialmente de manera "normal".

¿Lo malo de mi semana? Había tratado de mentalizarme para volver a las terapias con Pedri pero simplemente no fui capaz, así que llamé a Martín y le mentí con que había pillado un resfriado terrible y no podría asistir en toda la semana a lo que él, gracias al cielo, entendió sin problema.

Me había sentido una cobarde por huir de él y darle más importancia de la que merecía, sin duda lo que había pasado había sido un error y una consecuencia de mi estúpida adrenalina.

——————

Miércoles por la tarde y seguía acomodando las cosas que había traído de mi piso en toda mi habitación; la universidad me había dejado agotada junto a los reportes que tenía que entregar sobre las sesiones de práctica. Profesor Hernández, ¿cómo coño le explico que besé a mi paciente?. Tomé una ducha rápida que en seguida me devolvió un poco las ganas de vivir y me puse el pijama satinado de short para seguir estudiando.

Anatomía de Tú y Yo - [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora