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Parte 2

PAULA

Cogí la soda y vertí un chorrito de tequila en mi vaso cuando de pronto sentí un líquido frío recorrer mi espalda. Me di la vuelta—cabreada a decir verdad— y vi a un chico alto que rondaba mi edad con un vaso vacío en la mano.

— Mierda, lo siento.- apretó su tabique y me miró sin saber muy bien qué decir.- Creo que no es la mejor excusa para hablarte ¿cierto?.- reí para saciar la incomodidad del momento.

— Creo que no.- dije entre dientes.

— Si quieres te ayudo a...

— No te preocupes, no pasa nada.- sonreí asegurándole que todo estaba bien cuando de pronto, por encima de su hombro, vi a Pedri hablar con una morena mientras ella le tocaba el brazo. Mi pecho se apretó aún más cuando él se acercó peligrosamente a su oído, sin una expresión clara en su rostro.

— Soy Leo, ¿tú cómo te llamas?.- dijo el chico frente a mí y desvió la mirada hacia dónde la mía no se despegaba.- ¿Qué pasa?.- pestañeé un par de veces trayéndome de nuevo a la realidad. De pronto lo que me habían dicho sus primas hacía un poco de sentido. ¿Me ocultaba algo?.

— ¿Sabes quién es ella?.- sentí mi estómago contraerse con tan sólo ver que no se le separaba, incluso la bebida derramada en mi ropa dejo de importarme en lo absoluto.

— ¿La chica de blanco? Se llama Mía.- dijo.- ¿Qué pasa con ella?

— Nada, sólo... No la conocía, es todo.

El dichoso Leo se quitó la chaqueta y la pasó por mis hombros.- Puedes coger un resfriado si no.

— Gracias.- dije con el corazón en la garganta. Las ganas de hablar se me habían ido por completo y sinceramente quería huir, Leo no estaba siendo grosero ni mucho menos, pero ¿cómo me iba si el único al que conocía estaba con otra tía?

— No me has dicho tu nombre.

— Soy Paula.- sorbí un poco de la bebida que recién me había servido y la dejé sobre la mesa detrás mío, intercalando la mirada entre Leo y la escenita que había a escasos metros de su espalda.

— No eres de por aquí.

— ¿Cómo lo sabes?

— Tu acento.- dijo simple. Asentí y me quedé callada sin saber qué más decir.

— Bueno, tengo que irme ya.- dije y miré al canario detrás, que seguramente me buscaba con la mirada pero por suerte—o por desgracia—no me encontraba. La morena frente a él hablaba animosamente y Pedri parecía perdido, afectado de cierta forma.

— Te acompaño.

— No, de verdad...- quería irme, así caminara mil cuadras hasta la casa de mis suegros, o hablar con él, pero la primera opción parecía la más fiable en estos momentos.

— Seguro no sabes andar por estas calles, déjame acompañarte.- insistió y terminé accediendo muy a mi pesar.

Caminamos hasta la puerta que por mala suerte estaba cerca de Pedri, sus ojos chocaron con los míos después de los largos minutos de tortura que habían pasado y frunció el ceño cuando vio al chico detrás mío.

Anatomía de Tú y Yo - [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora