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PAULA

Nuestro último día en Tenerfie fue bastante tranquilo; comimos con sus padres y su abuela en el jardín de su casa y después nos llevaron al aeropuerto.

— Fue un placer conocerte, bonita.- me agaché a la abuelita de Pedri y me abrazó de vuelta.- Esperamos que vuelvas pronto.

— Aquí me tendréis mientras su nieto siga invitándome, claro.- le guiñé a Pedri y él sonrió mientras observaba la escena.

— Que va si esta es tu casa cariño, con o sin Pedri.- susurró lo último y reí.- Y llámame Yaya, que todo el mundo lo hace ya.

— Vale.- sonreí y me abrazó de nuevo.- Nos vemos, Yaya.

La siguiente en despedirse fue Rosy, su madre, que me atrajo a sus brazos apretujándome con fuerza con los ojos algo cristalinos. Me sorprendía lo recibida y amada que me sentía con tan sólo haber pasado unos días junto a ellos.

— Que la paséis genial, un gusto conocerte linda.- dijo sin soltarme.- Queremos fotos hasta del váter, eh?

Reí y asentí, después apretó a su hijo dándole el mínimo espacio para respirar y diciéndole lo mucho que lo amaba. Al abrazo se le unieron su padre y Fer; los observaba desde mi lugar feliz y agradecida por haberlos conocido, aunque también un poco nostálgica, deseaba que mis padres fuesen así de presentes a pesar de su trabajo o que cualquier excusa fuera suficiente para reunirnos todos en familia como cuando era pequeña, pero eso sólo pasaba muy de vez en cuando.

Me despedí por último de Fer y su padre, seguido de eso, Pedri y yo caminamos hasta la sala de abordaje y en menos de quince minutos, ya estábamos listos en los asientos del avión.

— ¿Miedo a las alturas?.- susurró Pedri en mi oído entrelazando nuestros dedos.

— Sabes que no.- reí.

— ¿Entonces? ¿Por qué tan seria?

Me encogí de hombros sin entender muy bien el sentimiento de nostalgia que me recorría la mente y me apretaba el pecho, sentía ese tipo de llanto incontenible sin motivo alguno acechando mis ojos. De pronto los ojos se me cristalizaron y sonreí mientras Pedri me observaba fijamente, parecía querer leerme tan solo con la mirada.

— Que patética, no sé qué me pasa.- reí limpiando las pocas lágrimas que resbalaban y Pedri me pegó a su cuerpo por los hombros.- Seguro va a llegarme la regla pronto, lo siento.

— No necesitas tener una razón específica para llorar.- acarició mi brazo y cerré los ojos respirando su particular olor mientras me acomodaba mejor en su fuerte pecho.

— Lo sé, pero seguro que es eso además...

— Amor.- me interrumpió cogiendo mi mentón entre sus dedos.- Si quieres llorar, hazlo.

— Vale.- lo miré y apartó una última lágrima con su pulgar, seguido dejó un pico sobre mis labios y unos minutos después, despegamos.- Te quiero.

Habíamos cogido un vuelo comercial en zona priority, por lo que a lo largo de las horas sentíamos algunas miradas sobre nosotros pero dejaron de importarnos cuando nos quedamos profundamente dormidos.

Abrí los ojos y me separé del hombro de Pedri—un poco babeado—cuando el ligero impacto del avión aterrizando me sacudió. Lo primero que observé por la ventanilla a mi lado fue el precioso atardecer que se postraba sobre el aeropuerto internacional de Barcelona.

En cuanto Gavi nos recogió del aeropuerto y nos dejó a cada uno en su respectivo hogar, no hice más que avisar a mis padres que había llegado con bien a casa y dormir como si no lo hubiese hecho en años.

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⏰ Última actualización: May 15, 2023 ⏰

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Anatomía de Tú y Yo - [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora